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viernes, 13 de diciembre de 2013

Dulces mentiras Amargas verdades: Decisiones 3 - Lily Perozo Segundo adelanto. +18

Dulces mentiras Amargas verdades: Decisiones 3 - Lily Perozo

 Segundo adelanto. +18


Sábado por la noche, las puertas del ascensor del piso de Rachell se abrían y Samuel llegaba con botella de tequila en mano, encontrándose en primer plano a la chica a un par de pasos de distancia y con esa sonrisa que hacía que los vellos de la nuca se le erizaran.

La excitación se podía sentir en el ambiente ante la primera mirada, llevaban siete días sin tener sexo e inevitablemente esa noche terminarían gozándola.

Samuel se acercó para besarla, pero ella
le llevó el dedo índice a los labios y lo alejó, tomándolo de la mano, lo guió al comedor que se encontraba iluminado tenuemente y él vio una mesa hermosamente dispuesta para una cena.

—¿Has cocinado? —preguntó con la mirada iluminada por la sorpresa.
—Te explico, en este instante tengo sobre mi hombro derecho a mi Diablo que me dice, dile que si lo has hecho tú, que eres una excelente cocinera, que te apasiona todo lo que tenga que ver con la cocina. Pero el ángel en el lado izquierdo me susurra solo dile la verdad, porque seguro va a reconocer la sazón del chef del Armani Ristorante.  ¿Dime tú a quién le hago caso? —preguntó llevándose las manos a las caderas a modo de jarra.

—Yo creo que le haremos caso al Diablo —dijo encaminándose a  la cocina y colocando en el congelador la botella de tequila—. Me ilusiona pensar que puedo inspirar para hacer una cena.

—Un momento. Aquí la agasajada soy yo y sin embargo te he armado todo esto, es lo que puedes esperar que haga, mientras mis tarjetas estén activas la comida no faltara, es eso lo importante ¿o no? —Preguntó y Samuel le cerraba la cintura con los brazos pasándolos por el túnel que los de ella le creaban, él se sentó al borde de la mesa, con las piernas separas, extendidas apoyando los pies en el suelo, en un movimiento sensualmente violento la obligó a dar un paso y meterse entre sus muslos.

—Que tú estés presente es lo verdaderamente importante. —mirándola con avidez, demostrando con solo ese gesto que se encontraba famélico de ella.

—Puedo decir que me inspiras para mejores cosa que una cena. —murmuró Rachell tomando el tibio rostro entre sus manos y para Samuel el tiempo se detenía en la mirada de ella.  

—¡Ya lo sabía! Me ves como mero objeto sexual, solo te falta meterme en la vitrina de tu vestidor junto a los vibradores que tienes.

A Rachell cualquier explicación se le enredó y no podía hilar palabras, abrió la boca para reprocharle, pero ante la sonrisa sesgada que le regalaba la dejó sin argumento. Después de varios segundos encontró el valor para asumir normalmente su colección de vibradores, zarandeó la cabeza de Samuel y con dientes apretados le dijo.

—Eres un entrometido, un fisgón… Son cosas que no pueden verse. —de manera juguetona, él se acercó para besarla, pero lo dejó mordiendo el aire—.Estás castigado, no habrá beso.

—Eso verdaderamente lo dudo. —le advirtió con suficiencia.

—No lo habrá hasta después de la cena, así que ve a sentarte. —tomándole las manos y deshaciendo el agarré, se alejó un paso y vio como Samuel como un niño bueno hacia caso.

Se encaminó a la cocina en busca de la cena para servir, regresaba cuando vio que Samuel observaba las velas.

—No te van a quemar, si ves… Es una lámpara, esto es un bombillo. —señalando la punta de la lámpara en forma de vela.

—Me alegra que hayas encontrado la manera de hacer la cena íntima sin atentar contra mis temores. —murmuró sintiendo como su corazón se agrandaba con el único propósito de hacerle más espacio a Rachell.

—Todo es posible Samuel, solo debemos aceptarnos tal y como somos. —dijo sirviéndole y se sentó al lado de él.

—Déjame hacerlo. —le pidió agarrando los utensilios para servirle a ella—. Recuerda que eres la agasajada, eso sí, no esperes una decoración y si se llega a chorrear  no se vale burlarse.

—No me burlare, lo prometo… —dijo levantado la mano derecha en señal de juramento y su mirada se fundía con la de él—. Poco Samuel, estoy a régimen, quiero lucir perfecta sobre la pasarela cuando salga agradecer.

—Ya estás perfecta, pero te prometo que esta noche te voy a ayudar a quemar las calorías que ganes con la cena. —guiñándole de manera sagaz un ojo y se mordió el labio inferior.   

—Me gusta esa idea, más que matarme con los abdominales, estoy asistiendo al gimnasio todos los días.

—Estará encantado tu amigo Víctor, seguro pasara viéndote el culo. —acotó bajando la mirada a su plato que no tenía ningún tipo de decoración, los alimentos aunque estaban separados no mostraban ningún atractivo a la vista.

—Él no me mira el culo Samuel, es respetuoso, no sé por qué piensas que Víctor es de esa clase de hombres.
—Sí lo hace, solo que tú no te das cuenta, gracias a Dios yo no estoy cerca porque tendrías que buscarte otro instructor. —señaló levantando la mirada y la enlazó a la de ella, para que viera que hablaba enserio—.  En cuanto a lo de que no es esa clase de hombre, te hago el favor de quitarte la venda de los ojos, a todos los hombres, sin excepción se nos van los ojos tras un buen culo. —levantando ambas cejas al hacer énfasis en sus palabras.

—¿Estás celoso? —sonsacó con una sonrisa soñadora, pero inevitablemente frunció el ceño al pensar en Samuel mirándole el culo a cuanta se le pasaba por el frente.

—¡No! Solo que… ¿Me defines lo que para ti es estar celoso? —preguntó sin él mismo tener un concepto preciso de lo que sentía.

—Es algo que no puedes controlar, una emoción que te domina cuando sientes que una personas o cosa que es importante para ti, es amenazada por otra. O sea que te sientes amenazado por Víctor.

—Tanto como amenazado no —dijo con una sonrisa de superioridad que intentaba ocultar sus verdaderas emociones—. Más bien es como cierta desconformidad por su descaro al mirarte, solo eso, entonces no estoy celoso. —y soltó suspiro de falso alivio.

—Si tú lo dices. —canturreó probando su comida.

—Yo lo digo, ese instructor no es una amenaza, porque tú no dejaras que lo sea. —Se acercó a ella, se mordió el labio inferior y ancló su mirada en el escote femenino, ascendía con una mirada provocadora hasta los ojos de ella—. No lo vas a dejar acercarse. —susurró y en un movimiento estudiando se enderezó nuevamente.  

—¿Puedes pedirle a tú ego que le baje dos rayas? O lo haré yo de una patada que te dé en el culo. —le advirtió y él solo elevó ambas cejas y evadió el tema con la cena.

—Guardaré silencio y esperaré a que mi ego se le bajen las ínfulas —murmuró apenas tragó el primer bocado—. A veces sencillamente no me hace caso. —y trataba de contener la risa.

—Ya veo. —contestó la chica mirándolo de soslayo.

La cena transcurrió en silencio, pero con miradas traviesas y sonrisas. Al terminar Samuel se puso de pie y por primera vez en su vida recogía el plato y lo llevaba a la cocina. Lavarlo no requirió de hacer previamente un curso de capacitación, mientras Rachell lo admiraba a punto de un derrame cerebral.

—¿Dónde tienes los limones? —Preguntó paseándose por la cocina, mientras se secaba las manos por un trapo de paño.  

—Aquí los tengo. —dijo acunándose los pechos y ante la mirada de sardónica de él, soltó una carcajada y agregó. —En la cesta a tu derecha. —guiñándole un ojo.  

Samuel agarró los limones y buscó un cuchillo, empezó a picarlos con el mayor grado de torpeza que pudiera existir y que en ella causaba agonía, por lo que se adjudicó la tarea, mientras negaba con la cabeza y trataba de controlar las carcajadas se arremolinaban en su garganta.  

—Yo lo hago, busca la sal y los vasos… Tengo tequileros en la alacena superior.

—Necesitas quitarle la corteza, totalmente. —Le informó Samuel parándose detrás de ella y supervisando lo que estaba haciendo.  

—Está bien eso haré, aunque con picarlo a la mitad es suficiente.

—Para el tequilazo es necesario sin corteza. —recalcó señalando la fruta.

—Tú y tu tequilazo, no sé cuál es el misterio que te armas para tomarnos unos tequilas —hablaba mientras quitaba la corteza a los limones—.Antes de empezar la celebración voy a darme un baño, llegue de la boutique y me puse a armar la mesa.

—Te acompañaré, pero no vamos a coger. —advirtió tratando de parecer serio y mentalmente él mismo se instaba a cumplir esa advertencia.

—No soy una ninfómana, sé controlarme a menos que seas tú quien empiece a tocarme, que te recuerdo cariño es la mayoría del tiempo, manos inquietas. —hablaba de manera espontánea sin siquiera ser consciente de las frases que se escapaban de su boca, mientras estaba en esa guerra de palabras con Samuel.  

—Prometo no tocarte, ni siquiera te tallaré la espalda.

—Con eso podríamos hacer una excepción… ¿Enserio necesitamos tantos limones? —preguntó sin dejar de picar.

—Más o menos… colócalos en éste recipiente. —Le pidió entregándole una taza mediana de cristal—. Déjalos ahí, vamos a bañarnos. —Halándola por una mano.

—Espera Samuel, no me he lavado las manos y… —Las palabras se le enredaron en la garganta y un jadeo fue el único sonido que irrumpió en el lugar cuando el chico empezó a chuparle los dedos, uno a uno con lentitud arrolladora que hacía que en el vientre de Rachell se desatara una tormenta y para hacerle menos soportable la odisea anclaba  su mirada en la de ella.

—Ya no hace falta que te laves las manos. —ronroneó y su mirada fuego encendía la piel de Rachell y una vez más la llevaba con él.

Entraron al baño y se desvistieron, usando dos funciones de la regadera para hacer más relajada la tarea. Samuel terminó tallándole la espalda, mientras evitaba acercarse demasiado o mirarle el trasero, porque ver el agua espumosa corriendo por las curvas de las nalgas de la chica era un atentado contra su cordura y voluntad. 

Salieron y se secaron el uno al otro, ella se colocó un albornoz de baño y él se enrolló una toalla en las caderas.

—Si quieres te presto algo de ropa. —dijo saliendo del baño.

—No gracias, no soy de los hombres con el fetiche de usar ropa interior femenina, mi fetiche es quitárselas para cogerme a la dueña no para robarle las pantaletas, me siento muy cómodo con mi desnudez, además la toalla me cubre lo que te descontrola, es lo importante.

—Bueno, yo si me voy a colocar algo de ropa. —informó y se encaminó pero no había dado un par de pasos cuando él le cerró con la mano la muñeca, evitándole que avanzara.  

—No es necesario Rachell, si en un rato vamos a tener que desvestirnos y entonces perderíamos tiempo. —ladeando la cabeza en un gesto entre infantil y sugestivo.

—Eres un poco impaciente. —acercándose y posándole el dedo índice en la punta de la nariz.

—Por el contrario tengo mucha paciencia, ¿crees que ha sido fácil bañarnos sin haberte lanzado contra la pared y haberte abierto para mí? —preguntó llevándose las manos a las caderas a modo de jarra.

—Supongo que no, por la manera como lo dices. —Abrió los ojos de manera desmesurada—. Me aterrorizas cavernícola.

—No, no ha sido nada fácil… voy por el tequila. —Y salió sin perder tiempo, dando largas zancadas, cuando en realidad quería correr.

—Yo pondré un poco de música, algo para celebrar. —dijo en voz alta caminando por la habitación.

—¡Que no sea Maroon 5 por favor, ya está bueno!… ¡Sé que te gusta, pero no tienes que torturarme! —suplicó casi llegando a la cocina.

—No colocaré Maroon 5. —Le informó desde donde se encontraba el amplificador de sonido con el iPod y buscó una de las tantas carpetas, hasta que encontró algo que serviría para celebrar.

Samuel regresó con tequila, limones y sal, atravesaba el umbral de la habitación cuando Swedish House Mafia caló en sus oídos.

—Tenía entendido que el niñato de mierda que muere por música electrónica era yo. —dijo sonriente cruzando la habitación y dejando la botella, sal y limones sobre la mesa de noche, así como un solo vaso tequilero. 

—Pues me has convertido en una niñata de mierda… —subiéndose a la cama de un brinco y agarró la mano de Samuel y lo arrastró al lecho, donde empezó a brincar—. Desde que me llevaste al TomorrowWorld, no puedo evitarlo ¡me encanta! Brinca. —le pidió sacudiéndole las manos.

—Tu vecino del piso de abajo no va a estar muy contento y se me va a caer la toalla. —mirándola divertido, mientras sonreía.

—El vecino no va a decir nada y si viene no le abrimos o le sales sin toalla. —dijo guiñándole un ojo con picardía y seguía brincando.

Samuel la imitó y empezó a brincar, ambos reían y se divertían como si fuesen unos niños, hasta que estuvieron cansados y él nunca antes había agradecido al cielo por escuchar Bad Romance en la versión de Jared Leto. Eso le dio una tregua lanzando a Rachell sobre la cama y se le fue encima, la risa de ella lo envolvió y el primer beso de la noche se hacía presente, voraz y sexual, mientras su lengua resbalaba por la boca de Rachell y ella se abría gustosa en recibirlo succionándole la lengua con vehemencia, y él le daba tirones a la bata de baño abriéndola.

Poco a poco fue resumiendo las ganas del beso, hasta solo convertirlo en succiones y mordisqueos mientras se relamían los labios ansiosos. 

—Vamos a quitarte esta prenda que es completamente innecesaria. —dijo con voz agitada incorporándose y cumpliendo su palabra de lanzar al suelo la bata de baño, así como la toalla que él llevaba puesta, se sentó a ahorcajadas sobre la chica—. Es momento del tequilazo. —agarró dos trozos de limón—. La idea es no usar las manos, en el primer trago. —verificó que no tuviesen semillas y colocó cada uno sobre los pezones de Rachell.

—Estás loco. —dijo ella sonriente y sus pezones se endurecían ante el frio contacto y la expectativa, aunado a eso estaba la sensual voz de Jared Leto entonando “Quiero tu locura y tus besos, te quiero en mi cama, haré que te enfermes”

—Sólo te voy a explicar porque te tocará hacerlo. —mientras creaba un fino camino de sal por en medio de los senos. Agarró el vaso tequilero y la botella—. Abre la boca. —Le pidió y ella obedientemente lo hizo.
Samuel colocó el vaso en la boca de Rachell que lo presionó con sus dientes y él lo llenó hasta la mistad. Listo para el primer trago entrelazó sus manos con las de Rachell para inmovilizarla.

Pasó la lengua lánguidamente por el valle en medio de los senos, con la misma paciencia y sensualidad abrió la boca abarcando más del espacio que ocupaba el trozo de limón sobre su pezón y lo succionó con fuerza, haciendo que el cuerpo de Rachell se arqueara ante la maravillosa y dolorosa sensación. Con el paladar y la lengua lo exprimió y luego lanzó a un lado lo que quedó de la fruta, llevó su boca y con sus dientes aseguró el vaso y en un movimiento rápido echo la cabeza hacia atrás tomándose de un trago el licor.

Con la ayuda de su mano se quitó el vaso y lo mantuvo en esta, regresó y succionó de la misma manera el otro trozo de limón, pero esta vez no se retiró los disfrutó en el pezón de Rachell, haciendo que el jugo corriera por el seno de la chica que jadeaba al sentir la lengua de Samuel serpenteando en busca del líquido que escurría. 

—Es… más interesante el tequilazo —dijo en medio de jadeos y se removía en el colchón—. Que el tequila convencional. —sentía que casi no había oxígeno en sus pulmones y sus estomago vibraba sin parar.

—Sí que lo es, ahora es tú turno, ya sabes no puedes usar las manos porque si no perderás y te tocará repetir. —dijo dejándole espacio a Rachell y tomaba lugar en el colchón.

—Veamos… —musitó recorriendo con su mirada el cuerpo de Samuel quien se encontraba semi erecto y eso enardeció los latidos entre sus pliegues—. Puedo elegir la parte del cuerpo.

—Claro en este momento soy tu conejillo de indias. —sonriendo y llevándose las manos entrelazadas debajo de la cabeza, quedando totalmente inmóvil, sin embargo su mirada escurridiza viajaba por el cuerpo de Rachell y no podía controlar los latidos en su pene que sincronizaban la erección a consecuencia de la desnudez de la mujer.  
Rachell agarró la sal e hizo un camino desde el nacimiento de su miembro hasta el vientre y sonreía de manera maliciosa al sentirlo temblar, colocó un trozo de limón en ombligo y el vaso en medio del abdomen de Samuel ubicándolo en uno de los músculos que sobresalían. Lo llenó menos de la mitad porque era consciente que lleno no podría tomarlo a fondo y un poco más arriba colocó el otro trozo de limón, Al observar el camino feliz de Samuel adornado por  sal, limón y tequila. No pudo evitar que la boca se le aguara.

Se mordió el labio inferior ante las ganas y observó su obra, la cual Samuel con su anotomía le daba perfección y la mirada que él dedicaba era entre morbosa y pícara aumentaba en ella esa excitación que de manera silente latía.
Rachell suspiró profundamente y se colocó a gatas, con la lengua arrastró lentamente la sal, podía sentir los finos grumos resbalar por el vientre vibrante de Samuel. Al final del camino que había hecho previamente chupó la sal, pasó al ombligo y con sus dientes exprimió el trozo de limón, rápidamente, utilizando solo su boca agarró el vaso e intentó hacer lo mismo que Samuel, pero no pudo, tuvo que usar su mano.

—¡Has perdido! —dijo divertido incorporándose y Rachell trataba de lidiar con el ardor en su garganta—. Te toca otro. —le indicó y se puso de rodillas frente a la chica.

—No… no apenas si lo agarre, todo lo demás lo hice bien. —trataba de salvarse, mientras carraspeaba con su garganta quemada.

—Era no usar las manos. —le recordó y ella negaba con la cabeza y reguardaba el vaso para no tener que tomar otro trago.

—Ya no voy a jugar más, no. —se negaba y Samuel agarró un limón y se lo llevó a la boca lo sostuvo con sus dientes y agarró la botella, con su mano libre y sostuvo a Rachell por la nuca, evitándole movimiento alguno.

—Abre la boca. —pedía sosteniendo el limón entre sus dientes y la acercaba a su rostro.

Rachell quedó por debajo de él y se rehusaba a abrir la boca entonces Samuel se acercó lo suficiente para posar el limón sobre los labios de ella y con sus dientes lo exprimió, involuntariamente Rachell abrió la boca y sin darse cuenta un chorro de tequila se mezclaba con el jugo de limón, todo fue tan rápido que ni siquiera se dio cuenta en el momento en que Samuel le metió sus dedos índices y pulgar con una pizca de sal y ella los chupaba.

—Ahora si has cumplido. —murmuró retirándole los dedos y entonces la boca de él asaltó la de ella, saboreando el tequila en la boca de ambos, sintiendo el calor apoderarse de sus bocas.

Él se alejó un poco y dejó caer un chorro en su boca, lo retuvo y regresó a besarla y luchaba porque el tequila que adormecía sus lenguas no se derramara, eso lo repitieron una y otra vez.

—Quiero otro tequilazo. —pidió tan cerca de la boca de Rachell que ella sentía el aliento más caliente que de costumbre estrellarse contra sus labios.

—Si pierdes, repites. —Su voz sensual era una evidente invitación para que perdiera y repitiera sobre su cuerpo la travesía de disfrutar un tequilazo. 

Samuel soltó una carcajada y ella quedo suspendida en el excitante movimiento de su garganta.

—¿Te ha gustado? —preguntó y le llevó una mano a la cadera instándola a que se acostara boca abajo.

—Digamos que tiene sus beneficios. —contestó con esa sonrisa que evidenciaba el deseo que en ella cabalgaba desbocado y con una mano retiraba el cabello y lo hacía a un lado, dejándole la espalda completamente libre a Samuel.   

El chico admiró la nívea piel de la espalda y llevó una de sus manos a la parte baja donde inicio una caricia con la presión exacta en ascenso, ante la placentera sensación Rachell encorvó su cuerpo, apoyándose con las rodillas elevó un poco el trasero, regalándole gemidos de satisfacción, los cuales terminaban con una sonrisa extasiada.

Él trataba de contener sus ganas, verla de esa manera era una tortura casi insoportable, la hacía culpable de su deseo, del ardor que lo consumía, por lo que bajó la caricia con la misma presión hasta apoderarse con fuerza de una de las nalgas, tratando en el agarré menguar las ganas, a la fuerza que él imprimía ella soltó una carcajada espasmódica y el azoté que siguió la hizo gritar ante la sorpresa, pero le había gustado, ¡Dios si le había gustado! Sentir el picor en su nalga izquierda, y los latidos en la piel era un eco de esa excitante nalgada.

Samuel agarró la sal e hizo un diminuto montón en la nalga izquierda, el vaso tequilero lo ubicó un poco más arriba de coxis y lo llenó a la mitad mientras que en la nalga azotada, le exprimió el  limón.

Rachell sintió el líquido cítrico correr por su nalga y eso era un gran alivio, el revitalizante frio contra la piel caliente, era una sensación realmente agradable, estaba dispuesta a que Samuel le pegara una vez más si iba exprimir otro limón, pensaba que eso era placentero hasta que él rompió los esquemas al posar su lengua y empezar a robar el jugo. Un sorpresivo jadeo se escapó de su garganta e involuntariamente se aferró a las sábanas y no podía controlar los temblores que la recorrían, así como tampoco podía hacer nada por retener las savias que brotaban de su vagina. Era placer, satisfacción, cruda satisfacción.

Aunque no podía verlo sintió cuando quitó el vaso, ya había bebido el tequila y seguido de eso atacó la otra nalga donde estaba la sal, la tibia legua recogió la sal pero con los dientes atrapó un pedazo de piel, el dolor era soportable pero martirizante. No tenía fuerzas para pedirle que se detuviera, solo hundió el rostro entre las sabanas y soportó hasta que él la soltó y le mimó el lugar con besos húmedos, cortas y  suaves succiones.

Se deslizo sobre ella como un felino posando su cuerpo encima del de Rachell y al oído con voz tan profunda y cautivante como el océano le susurró.


—He perdido y no te has dado cuenta, perdí… me has ganado Rachell, todo, por entero me has ganado. —el aliento húmedo por el fervor y la excitación generaba calor en el cuello de la joven y ella apenas si podía darle algún sentido a las palabras de Samuel.   

—Entonces te toca repetirme. —Lo dijo apegándose a la doble intención de las palabras del chico—. Repíteme Sam.

—Lo haré todas las veces que sean necesarias, no me cansaré, eres la penitencia que quiero pagar. —se elevó lo suficiente para hacerla girar y ponerla frente a él.

—¿Qué esperas?, quiero que pagues. —dijo ella y se mordió el labio inferior con toda la intención de hacerlo caer en la perdición.

Samuel se incorporó y se sentó a horcajadas sobre ella, agarró la botella y le invitó un poco Rachell se armó de valor y abrió la boca recibiendo el líquido caliente que el quemaba la garganta y la obligaba a arrugar la cara y sin embargo lo fuerte del licor no fue impedimento para que lo tragara.

El líquido de manera intermitente bañaba sus pechos y Samuel los tacaba, robándoselo con su lengua, cuando él necesitaba descansar le daba a beber y después de tercer trago ella y el tequila empezaban a llevársela bien, ya no le repugnaba tanto, pero también empezó a sentirse mareada y el calor entre sus muslos iba en aumento, la ansiedad empezaba a atacarla y quería más de ese hombre.
Ella en un arrebato de ardor y necesidad mientras la habitación empezaba a darle vueltas llevó las manos al pecho de Samuel y lo hizo acostar y su boca sin vacilación se fue al miembro erecto de su brasileño, con su lengua empezó a surcarlo de arriba abajó, pincelándolo en toda su longitud, hasta llegar a la parte inicial, la cual chupó con ganas, mezclando el sabor del tequila con el de su hombre.  Se encontraba a gatas y pudo sentir como él la tomaba por uno de los muslos instándola a que también le diese de beber, arrastrada por lo que el licor estaba causando en su cuerpo y sentidos accedió y la cabeza de Samuel quedó entre sus mulos, debajo de su cuerpo y ella encima de él seguía haciendo su trabajo.

Su cuerpo se estremeció y una corriente recorrió su espina dorsal al sentir la lengua de Samuel pasearse por su palpitante y húmedo sexo, abriéndose espacio con los dedos, serpenteaba con su lengua una y otra vez, cegándola de placer e intentaba retomar la labor con su boca ya que le había dejado solo a sus manos la tarea de masturbarlo.

Como si fuese una fresa, jugosa y caliente succionaba el punto más vulnerable del cuerpo del joven, arrancándole gruñidos que se estrellaban contra su clítoris.

Entregados a las sensaciones que sus bocas creaban en sus sexos, en medio de murmullos y succiones que se dejaban escuchar en el lugar, sin ser consciente que la música había llegado a su fin, pero no necesitaban nada más para amenizar el lugar que el sonido que ellos mismos creaban degustando uno en el sexo del otro.

Una vez más el cuerpo de Rachell se tensó cuando la lengua de Samuel iba más allá, se posaba y empezaba a hacer círculos en su ano, nunca lo había experimentado y en otras circunstancia pensaría que era una suciedad, pero el placer que sentía no tenía límites y sólo suplicaba porque no dejara de hacerlo, porque siguiera estimulando ese lugar, de la manera que lo hacía.  

Así como él le brindaba más placer, ella quiso imitarlo, atreverse a un poco más y entonces su lengua, bajó hasta los testículos  y les regaló lánguidas caricias para después abrir su boca y succionarlos suavemente, arrancándole estremecimientos al cuerpo de Samuel, la acción la repetía y no podía evitar reír como una niña ante el sonido que producían los testículos cada vez que se escapaban de su boca, sentía tanto placer como diversión jugar con las pelotas de su fiscal.  

Los dedos de Samuel se intercalaban con su lengua, haciéndose espacio y dilatándola poco a poco, enloqueciéndola con placer renovado, mostrádmele que había muchas maneras de disfrutar de la intimidad y que a medida que se conocían iban compenetrándose más hasta llegar a besos tan íntimos, besos que enloquecían.

—Estás lista Rachell. —le aseguró y ella reafirmó con asentimiento, elevándose y sus manos traviesas no dejaban de masturbarlo. Sin embargo las palabras de él hicieron que más líquidos brotaran de su interior, estaba más que lista, estaba ansiosa, casi, casi desesperada.  

En un movimiento rápido, mientras la habitación para Rachell no dejaba de moverse, alterada y excitada por su estado de ebriedad no pudo ser consciente de en qué momento, estaba acostada de lado y Samuel detrás.

—Solo la punta fiscal. —Le pidió y soltó media carcajada al recordar las palabras de Sophia, sin poder controlar su lengua medio adormecida.  

—Solo será la punta… Prometí que poco a poco. —Con una mano guiaba y preparaba su miembro y con la otra por debajo del cuello de Rachell la ayudaba a volver la cabeza para besarla, succionando suavemente los labios o  masajeando con su lengua la de ella, sin cerrar los ojos se entregaban a lo que sus bocas imploraban.

Samuel sintió el tibio y surcado ano de la chica y entonces con toda la paciencia del mundo empezó a entrar, ni siquiera el glande había entrado cuando encontró la barrera de estar más cerrado y aunque para él era un placer extraordinario, para Rachell no lo seria, se retiró la dejó respirar y regresó ganando un poco más de terreno, volviendo a besarla mientras entraba, distrayendo su atención y excitándola cada vez más.

Lo aseguró dentro y lo soltó aprovechó esa mano para hurgar en el clítoris de Rachell, quien empezó a jadear, ante las ráfagas de placer que Samuel despertaba en ella con sus dedos zigzagueando brindándole goce sin medidas.

—Tienes la posibilidad de un poco más, solo tienes que pegarte más a mí, tú eliges cuánto quieres esta noche. —mirándola a los ojos mientras las narices se rozaban y todo él temblaba y se sonrojaba por contenerse en su arrebato de querer romper barreras, pero lo último que quería era comportarse como un bruto y que Rachell le negara  la gloria que apenas estaba saboreando.  

—Quiero más… quiero más. —murmuró temblorosa, sentía la presión del miembro de Samuel en su ano, su piel estirada, pero no sabría decir a ciencia cierta si el placer era por la penetración o por como el hurgaba en su clítoris, todas las sensaciones estaban muy juntas para poder definirlas.

Con una de sus manos tomó el miembro de Samuel y entonces ella decidió cuanto quería y aunque lo hacía lentamente y era doloroso, era soportable y placentero.

Samuel jadeaba y gruñía, maldecía y bendecía, la besaba con ternura y con arrebato, saltaba al hombro expuesto de ella y lo saboreaba con su lengua o mordía  conteniendo sus impulsos para no lastimarla.

—Creo que hemos pasado la punta… —bramó Rachell convulsionando ante el placer, pero ya no podía más ahí lo dejaría y entonces se removió lentamente y eso le ayudaba a dilatar y hacer menos incomoda la presión.

Samuel estuvo el tiempo necesario, hasta que Rachell se familiarizara y entonces lentamente se retiró y atendió a la vagina que lo incitaba, entró y en cada acometida la vida se le iba, el placer lo doblegaba. Le sostenía una de las piernas a Rachell para mejor penetración y se desbocaba en con sus envestidas, el delirio llegó a él y en segundos la sensación de una descarga eléctrica le recorría la espina dorsal y se le concentraba en los testículos lo atacó y fue más contundente en sus movimientos hasta que las contracciones hicieron que se derramara. 

—Mierda. —masculló sabiendo que había llegado antes que Rachell y eso verdaderamente lo frustraba, al menos lograría mantener la erección unos segundos y entonces se esforzó con la ayuda de sus dedos, el licor había retardado el orgasmo en la chica.

No le quedó más que salir,  ponerse de rodillas y colocarla boca a arriba, se colocó entre los muslos y utilizo sus dedos mientras le besaba la parte interior de los muslos, juraba que la próxima vez tendría a mano un vibrador. Con la astucia de sus dedos penetró en la vagina y también en el ano, y con su lengua atacó el clítoris tratando de poner todo su empeño.

—Se siente bien… así… Sam… más rápido, solo un poco… más rápido. —suplicaba Rachell tomándolo por los cabellos para que no hiciera retirada alguna cuando ella estaba vislumbrando la gloria.

Samuel logró que Rachell se detuviese en el tiempo y estallara el orgasmo en medio de gritos ahogados. Se dejó vencer sobre ella quien lo recibió entre besos y caricias.

—Necesito un poco de agua en la cabeza a ver si la habitación deja de darme vueltas. —dijo la chica en medio de risitas ahogadas y se aferraba más a él.

—¿No me digas que te has emborrachado con cuatro tragos de tequila? —la incredulidad vibró en su pregunta.

—Si no estoy ebria entonces saca a tu maldito gemelo de aquí… Aunque debo confesar que se portó muy bien. —decía y una vez más se carcajeaba.

—Vamos al baño Rachell porque si me ves doble, es muy peligroso para ti, la verdad no querrás a dos Samuel en una misma cama. —Se levantó y agarró a la chica—. Aférrate a mí. 

Rachell se asió con sus brazos al cuello de Samuel y con sus piernas a la cintura. Él se encaminó al baño, sintiendo las piernas temblorosas ante las secuelas del orgasmo que había experimentado y del cual  no se reponía totalmente.    

Llenar la bañera llevaría su tiempo, por lo que prefirió entrar a la ducha y con cuidado se sentó en el suelo manteniendo la misma posición, el agua empezó a mojarlos y Samuel le acariciaba los cabellos y el rostro a Rachell repartiéndole besos, por donde sus manos se deslizaban, como si sus labios quisieran borras las huellas de sus manos.

—Creo que no volveremos a jugar al tequilazo. —expresó  sintiéndose un poco culpable.

—¿Estás loco? Si quiero repetirlo la próxima semana, me encantó y la próxima no pienso perder ni una sola vez. — dijo sintiendo como poco a poco el agua le ayudaba a salir del ligero aturdimiento en el que se encontraba minutos atrás.

Ella había sido consciente de todo lo que había pasado, de cada palabra dicha, cada mirada, cada caricia y cada decisión tomada, que no pudiese controlar su lengua era otra cosa, pero había disfrutado el momento que acababan de experimentar como ningún otro.

—Está bien no dejaré que pierdas… —dijo sonriente y la abrazó, frotándole cariñosamente la espalda. Así pasaron muchos minutos, mientras el agua tibia los relajaba completamente, sumergiéndolos en un estado de letargo en el cual solo irrumpían sus respiraciones y uno que otro beso  que se depositaban en los hombros o el cuello.

—Samuel… —murmuró con la barbilla apoyada en uno de los hombros del chico.

—¿Pasa algo? ¿Te sientes bien?  Creí que te habías quedado dormida —Le dijo con la voz en remanso y sin deshacer el abrazo, por el contrario al percatarse que estaba despierta hizo más estrecha la unión entre ambos.

—Yo me siento bien, pero sé que tú no, te he notado un poco aturdido, no conmigo… tal vez es algo con el trabajo, me gustaría ayudarte un poco, pero no sé nada de leyes. —y se removió un poco en busca de comodidad posando sus labios el hombro del chico. 

—Aunque supieras, no podrías ayudarme, es más que el trabajo, son cosas que me pasan. —confiando en Rachell en ese momento, donde prácticamente eran uno, y creía que sería muy egoísta de su parte no contarle por lo que estaba pasando, cuando ella le estaba brindando compañía y a cambio quería saber un poco más de él.

—Con tu mamá… —pudo sentirlo tensarse, pero ella hizo el abrazo más fuerte, mostrándole con ese gesto que todo estaría bien—. Sé que algo pasó con ella y lo siento… lo siento tanto. —inevitablemente los ojos se le llenaron de lágrimas, estar bajo los efectos del alcohol la hacían más vulnerable—. De verdad lo siento, porque se nota que la aún la amas.

—Todos los días de mi vida… Cuando me la arrancaron solo hicieron que ese amor no conociera limites, durante mucho tiempo me creí culpable  de lo que le pasó, era lo que todos decían, que había sido mi culpa y tal vez fue así, porque yo no pude sacarla y en el intento solo logré lastimarla aún más. —la garganta se le inundo y ahogó el sollozo en el hombro de Rachell, era inevitable controlar su dolor cuando a él asaltaban las imágenes del pasado, la impotencia y desesperación lo invadían sin piedad.  

—Quiero ayudarte. —se ofreció al sentir como Samuel temblaba entre sus brazos y una vez más se derrumbaba ante ella.

—No puedes hacerlo. —le dijo con la garganta inundada por el llanto.

—Déjame intentarlo. —suplicó besándole el hombro y acariciándole con ternura y energía la espalda.

—No puedes hacerlo Rachell, puede que algún día encuentre el valor para contarte lo que pasó, pero eso no va a cambiar nada… —y él se obligaba a ahogar los sollozos en el hombro de ella—. Nada de lo que haga o diga va a cambiar lo que pasó, así que nadie puede ayudarme, he aprendido a vivir con eso, se vivir… Puedo hacerlo, pero no porque te cuente voy a olvidar o voy a dejar de sentir.

—Tienes razón, no quiero que olvides, si amas a tu madre no pido que dejes de sentir ese amor por ella —primera vez que hablaba de amor sin que la palabra le causara repulsión tal vez por la circunstancia en la que se encontraba—. Puedes llorar todo lo que quieras y quiero que sepas que cuando el Sol salga en el horizonte volveremos a ser los mismos, no tienes que huir avergonzado por lo que sientes, son hermosos sentimientos y de cierta manera envidio eso. —Sin dejar de frotarle la espalda y repitiendo ese pacto que él mismo había creado cuando ella se sintió vulnerable en Flagstaff.

Samuel se aferró a Rachell y era segunda vez que lloraba con ella, era a quien hasta ahora verdaderamente le mostraba sus sentimientos, no podía 
 entenderse a sí mismo, ¿por qué nunca llegó a ese grado de confianza con sus primos o tío? ellos habían sido apoyo indispensable para él y sin embargo les escondía su dolor.


35 comentarios:

  1. Noooooo!!!!!!!!!!!! Fue muy corto quiero massssss:-):-):-):-):-)

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  2. donde puedo descargar el libro??

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  3. El tercer libro de DMAV Decisiones no ha sido publicado, la autora todavia no lo ha terminado pero espera terminarlo antes de marzo

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  4. Quiero el 3er librooo T.T Dios, no aguantare hasta marzoo :'(

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  5. Estamos iguales!! ya quiero que llegueeee marzoo

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  6. Donde puedo descargarlo kiero el tercer libro

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    1. Hola Karina, el tercer libro todavia no ha sido publicado. Cuando la autora lo publique y nos llegue en pdf lo subiremos.

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  7. Ya salió el tercer libro? Bueas tardes

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    1. Hola Lorena, disculpa la tardanza en responder. El tercer libro todavia no ha salido esperamos que sea a finales de Marzo.

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    2. Gracias por responder!! Aun no hay fecha de salida? Esperandolo con ansia! Saludos felices pascuas!!

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    3. Buenas, por ahora no hay fecha de publicación ya que la autora ha comentado que la editorial Santillana, la cual publicará el libro ha sido comprada en general y estan en proceso de integración, debido a esto se ha demorado la publicación del libro,

      Saludos.

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  8. Ya son finales de Marzo! !
    Aún nada? :(

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    1. No chicas :(, no lo vana publicar todavia. La autora ayer publico en su facebook que la editorial le escribio que todavia estaban revisando el libro y no tienen una respuesta para darle. Asi que tenemos que seguir esperando, no me gusta pero bueno que mas :(

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    1. No chicas :(, no lo vana publicar todavia. La autora ayer publico en su facebook que la editorial le escribio que todavia estaban revisando el libro y no tienen una respuesta para darle. Asi que tenemos que seguir esperando, no me gusta pero bueno que mas :(

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  11. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  12. Espero que el tiempo pase rápido para poder leerlo por que de verdad me quede encantada con esta historia.

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    1. Nosotras tambien queremos que pase rapido por que nos enamoramos de esa historia es perfecta.

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  13. Ya llegamos a abril... cuando vamos a poder leer el libro 3??

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  14. Hola, la autora sigue esperando respuesta de la editorial acerca del manuscrito, ya que si pública sin autorización hay una probabilidad de que tenga problemas, estamos muy ansiosas, te sugerimos que estés pendiente.

    Saludos

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  15. Cuando tengan el 3er libro porfavor me avisan a mi correo para poder descargarlo. Gracias
    silvana.carolinaa@gmail.com

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  16. Por favor cuando tengan el tercer libro podrían enviármelo a "lolena78@hotmail.com"me encanto la historia!!!Gracias!!!!!!:)

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    1. Aqui te puedes informar Dani, Gracias por visitar nuestro blog<3 http://unaobsesioninigualableblog.blogspot.com/2014/05/noticias-sobre-dmav.html

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  17. Cuando llegue el tercer libro me lo podrían enviar a ladyserenashields@gmail.com... Gracias!!!!

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    1. Aqui te puedes informar Lady, Gracias por visitar nuestro blog<3 http://unaobsesioninigualableblog.blogspot.com/2014/05/noticias-sobre-dmav.html

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  18. hola cuando llegue el tercer libro puedes enviarmelo???? Me encantó.....loreve_8@hotmail.com
    Graciasssss.

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    1. Aqui te puedes informar Lorena, Gracias por visitar nuestro blog<3 http://unaobsesioninigualableblog.blogspot.com/2014/05/noticias-sobre-dmav.html

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  19. Hola soy de Perú y no se como adquirir el libro, si tienen el libro talvez me lo podrian enviar a mi correo valeriavaldezjimenez@gmail.com
    Gracias

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    1. Aqui te puedes informar Valeria, Gracias por visitar nuestro blog<3 http://unaobsesioninigualableblog.blogspot.com/2014/05/noticias-sobre-dmav.html

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  20. Hola soy de Argentina muero por leer el tercer libro, si lo tienen me lo podrían enviar, mi correo es claumansilla1@hotmail.com
    Gracias

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    1. Aqui te puedes informar , Gracias por visitar nuestro blog<3 http://unaobsesioninigualableblog.blogspot.com/2014/05/noticias-sobre-dmav.html

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  21. Buen día donde puedo descargar el tercer libro por favorrrrrrr

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    1. Hola Jeidy, ya el libro se encuentra en nuestro Blog --> http://unaobsesioninigualableblog.blogspot.com/2014/05/dulces-mentiras-amargas-verdades.html

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