Sábado
por la noche, las puertas del ascensor del piso de Rachell se abrían y
Samuel llegaba con botella de tequila en mano, encontrándose en primer
plano a la chica a un par de pasos de distancia y con esa sonrisa que
hacía que los vellos de la nuca se le erizaran.
La
excitación se podía sentir en el ambiente ante la primera mirada,
llevaban siete días sin tener sexo e inevitablemente esa noche
terminarían gozándola.
Samuel se acercó para
besarla, pero ella
le llevó el dedo índice a los labios y lo alejó,
tomándolo de la mano, lo guió al comedor que se encontraba iluminado
tenuemente y él vio una mesa hermosamente dispuesta para una cena.
—¿Has cocinado? —preguntó con la mirada iluminada por la sorpresa.
—Te
explico, en este instante tengo sobre mi hombro derecho a mi Diablo que
me dice, dile que si lo has hecho tú, que eres una excelente cocinera,
que te apasiona todo lo que tenga que ver con la cocina. Pero el ángel
en el lado izquierdo me susurra solo dile la verdad, porque seguro va a
reconocer la sazón del chef del Armani Ristorante. ¿Dime tú a quién le hago caso? —preguntó llevándose las manos a las caderas a modo de jarra.
—Yo
creo que le haremos caso al Diablo —dijo encaminándose a la cocina y
colocando en el congelador la botella de tequila—. Me ilusiona pensar
que puedo inspirar para hacer una cena.
—Un
momento. Aquí la agasajada soy yo y sin embargo te he armado todo esto,
es lo que puedes esperar que haga, mientras mis tarjetas estén activas
la comida no faltara, es eso lo importante ¿o no? —Preguntó y Samuel le
cerraba la cintura con los brazos pasándolos por el túnel que los de
ella le creaban, él se sentó al borde de la mesa, con las piernas
separas, extendidas apoyando los pies en el suelo, en un movimiento
sensualmente violento la obligó a dar un paso y meterse entre sus
muslos.
—Que tú estés presente es lo
verdaderamente importante. —mirándola con avidez, demostrando con solo
ese gesto que se encontraba famélico de ella.
—Puedo
decir que me inspiras para mejores cosa que una cena. —murmuró Rachell
tomando el tibio rostro entre sus manos y para Samuel el tiempo se
detenía en la mirada de ella.
—¡Ya lo
sabía! Me ves como mero objeto sexual, solo te falta meterme en la
vitrina de tu vestidor junto a los vibradores que tienes.
A
Rachell cualquier explicación se le enredó y no podía hilar palabras,
abrió la boca para reprocharle, pero ante la sonrisa sesgada que le
regalaba la dejó sin argumento. Después de varios segundos encontró el
valor para asumir normalmente su colección de vibradores, zarandeó la
cabeza de Samuel y con dientes apretados le dijo.
—Eres
un entrometido, un fisgón… Son cosas que no pueden verse. —de manera
juguetona, él se acercó para besarla, pero lo dejó mordiendo el
aire—.Estás castigado, no habrá beso.
—Eso verdaderamente lo dudo. —le advirtió con suficiencia.
—No
lo habrá hasta después de la cena, así que ve a sentarte. —tomándole
las manos y deshaciendo el agarré, se alejó un paso y vio como Samuel
como un niño bueno hacia caso.
Se encaminó a la cocina en busca de la cena para servir, regresaba cuando vio que Samuel observaba las velas.
—No te van a quemar, si ves… Es una lámpara, esto es un bombillo. —señalando la punta de la lámpara en forma de vela.
—Me
alegra que hayas encontrado la manera de hacer la cena íntima sin
atentar contra mis temores. —murmuró sintiendo como su corazón se
agrandaba con el único propósito de hacerle más espacio a Rachell.
—Todo es posible Samuel, solo debemos aceptarnos tal y como somos. —dijo sirviéndole y se sentó al lado de él.
—Déjame
hacerlo. —le pidió agarrando los utensilios para servirle a ella—.
Recuerda que eres la agasajada, eso sí, no esperes una decoración y si
se llega a chorrear no se vale burlarse.
—No
me burlare, lo prometo… —dijo levantado la mano derecha en señal de
juramento y su mirada se fundía con la de él—. Poco Samuel, estoy a
régimen, quiero lucir perfecta sobre la pasarela cuando salga agradecer.
—Ya
estás perfecta, pero te prometo que esta noche te voy a ayudar a quemar
las calorías que ganes con la cena. —guiñándole de manera sagaz un ojo y
se mordió el labio inferior.
—Me gusta esa idea, más que matarme con los abdominales, estoy asistiendo al gimnasio todos los días.
—Estará
encantado tu amigo Víctor, seguro pasara viéndote el culo. —acotó
bajando la mirada a su plato que no tenía ningún tipo de decoración, los
alimentos aunque estaban separados no mostraban ningún atractivo a la
vista.
—Él no me mira el culo Samuel, es respetuoso, no sé por qué piensas que Víctor es de esa clase de hombres.
—Sí
lo hace, solo que tú no te das cuenta, gracias a Dios yo no estoy cerca
porque tendrías que buscarte otro instructor. —señaló levantando la
mirada y la enlazó a la de ella, para que viera que hablaba enserio—.
En cuanto a lo de que no es esa clase de hombre, te hago el favor de
quitarte la venda de los ojos, a todos los hombres, sin excepción se nos
van los ojos tras un buen culo. —levantando ambas cejas al hacer
énfasis en sus palabras.
—¿Estás celoso?
—sonsacó con una sonrisa soñadora, pero inevitablemente frunció el ceño
al pensar en Samuel mirándole el culo a cuanta se le pasaba por el
frente.
—¡No! Solo que… ¿Me defines lo que para ti es estar celoso? —preguntó sin él mismo tener un concepto preciso de lo que sentía.
—Es
algo que no puedes controlar, una emoción que te domina cuando sientes
que una personas o cosa que es importante para ti, es amenazada por
otra. O sea que te sientes amenazado por Víctor.
—Tanto
como amenazado no —dijo con una sonrisa de superioridad que intentaba
ocultar sus verdaderas emociones—. Más bien es como cierta
desconformidad por su descaro al mirarte, solo eso, entonces no estoy
celoso. —y soltó suspiro de falso alivio.
—Si tú lo dices. —canturreó probando su comida.
—Yo
lo digo, ese instructor no es una amenaza, porque tú no dejaras que lo
sea. —Se acercó a ella, se mordió el labio inferior y ancló su mirada en
el escote femenino, ascendía con una mirada provocadora hasta los ojos
de ella—. No lo vas a dejar acercarse. —susurró y en un movimiento
estudiando se enderezó nuevamente.
—¿Puedes
pedirle a tú ego que le baje dos rayas? O lo haré yo de una patada que
te dé en el culo. —le advirtió y él solo elevó ambas cejas y evadió el
tema con la cena.
—Guardaré silencio y
esperaré a que mi ego se le bajen las ínfulas —murmuró apenas tragó el
primer bocado—. A veces sencillamente no me hace caso. —y trataba de
contener la risa.
—Ya veo. —contestó la chica mirándolo de soslayo.
La
cena transcurrió en silencio, pero con miradas traviesas y sonrisas. Al
terminar Samuel se puso de pie y por primera vez en su vida recogía el
plato y lo llevaba a la cocina. Lavarlo no requirió de hacer previamente
un curso de capacitación, mientras Rachell lo admiraba a punto de un
derrame cerebral.
—¿Dónde tienes los limones? —Preguntó paseándose por la cocina, mientras se secaba las manos por un trapo de paño.
—Aquí
los tengo. —dijo acunándose los pechos y ante la mirada de sardónica de
él, soltó una carcajada y agregó. —En la cesta a tu derecha.
—guiñándole un ojo.
Samuel agarró los
limones y buscó un cuchillo, empezó a picarlos con el mayor grado de
torpeza que pudiera existir y que en ella causaba agonía, por lo que se
adjudicó la tarea, mientras negaba con la cabeza y trataba de controlar
las carcajadas se arremolinaban en su garganta.
—Yo lo hago, busca la sal y los vasos… Tengo tequileros en la alacena superior.
—Necesitas quitarle la corteza, totalmente. —Le informó Samuel parándose detrás de ella y supervisando lo que estaba haciendo.
—Está bien eso haré, aunque con picarlo a la mitad es suficiente.
—Para el tequilazo es necesario sin corteza. —recalcó señalando la fruta.
—Tú
y tu tequilazo, no sé cuál es el misterio que te armas para tomarnos
unos tequilas —hablaba mientras quitaba la corteza a los limones—.Antes
de empezar la celebración voy a darme un baño, llegue de la boutique y
me puse a armar la mesa.
—Te acompañaré,
pero no vamos a coger. —advirtió tratando de parecer serio y mentalmente
él mismo se instaba a cumplir esa advertencia.
—No
soy una ninfómana, sé controlarme a menos que seas tú quien empiece a
tocarme, que te recuerdo cariño es la mayoría del tiempo, manos
inquietas. —hablaba de manera espontánea sin siquiera ser consciente de
las frases que se escapaban de su boca, mientras estaba en esa guerra de
palabras con Samuel.
—Prometo no tocarte, ni siquiera te tallaré la espalda.
—Con eso podríamos hacer una excepción… ¿Enserio necesitamos tantos limones? —preguntó sin dejar de picar.
—Más
o menos… colócalos en éste recipiente. —Le pidió entregándole una taza
mediana de cristal—. Déjalos ahí, vamos a bañarnos. —Halándola por una
mano.
—Espera Samuel, no me he lavado las
manos y… —Las palabras se le enredaron en la garganta y un jadeo fue el
único sonido que irrumpió en el lugar cuando el chico empezó a chuparle
los dedos, uno a uno con lentitud arrolladora que hacía que en el
vientre de Rachell se desatara una tormenta y para hacerle menos
soportable la odisea anclaba su mirada en la de ella.
—Ya
no hace falta que te laves las manos. —ronroneó y su mirada fuego
encendía la piel de Rachell y una vez más la llevaba con él.
Entraron
al baño y se desvistieron, usando dos funciones de la regadera para
hacer más relajada la tarea. Samuel terminó tallándole la espalda,
mientras evitaba acercarse demasiado o mirarle el trasero, porque ver el
agua espumosa corriendo por las curvas de las nalgas de la chica era un
atentado contra su cordura y voluntad.
Salieron y se secaron el uno al otro, ella se colocó un albornoz de baño y él se enrolló una toalla en las caderas.
—Si quieres te presto algo de ropa. —dijo saliendo del baño.
—No
gracias, no soy de los hombres con el fetiche de usar ropa interior
femenina, mi fetiche es quitárselas para cogerme a la dueña no para
robarle las pantaletas, me siento muy cómodo con mi desnudez, además la
toalla me cubre lo que te descontrola, es lo importante.
—Bueno,
yo si me voy a colocar algo de ropa. —informó y se encaminó pero no
había dado un par de pasos cuando él le cerró con la mano la muñeca,
evitándole que avanzara.
—No es necesario
Rachell, si en un rato vamos a tener que desvestirnos y entonces
perderíamos tiempo. —ladeando la cabeza en un gesto entre infantil y
sugestivo.
—Eres un poco impaciente. —acercándose y posándole el dedo índice en la punta de la nariz.
—Por
el contrario tengo mucha paciencia, ¿crees que ha sido fácil bañarnos
sin haberte lanzado contra la pared y haberte abierto para mí? —preguntó
llevándose las manos a las caderas a modo de jarra.
—Supongo que no, por la manera como lo dices. —Abrió los ojos de manera desmesurada—. Me aterrorizas cavernícola.
—No,
no ha sido nada fácil… voy por el tequila. —Y salió sin perder tiempo,
dando largas zancadas, cuando en realidad quería correr.
—Yo pondré un poco de música, algo para celebrar. —dijo en voz alta caminando por la habitación.
—¡Que
no sea Maroon 5 por favor, ya está bueno!… ¡Sé que te gusta, pero no
tienes que torturarme! —suplicó casi llegando a la cocina.
—No
colocaré Maroon 5. —Le informó desde donde se encontraba el
amplificador de sonido con el iPod y buscó una de las tantas carpetas,
hasta que encontró algo que serviría para celebrar.
Samuel regresó con tequila, limones y sal, atravesaba el umbral de la habitación cuando Swedish House Mafia caló en sus oídos.
—Tenía
entendido que el niñato de mierda que muere por música electrónica era
yo. —dijo sonriente cruzando la habitación y dejando la botella, sal y
limones sobre la mesa de noche, así como un solo vaso tequilero.
—Pues
me has convertido en una niñata de mierda… —subiéndose a la cama de un
brinco y agarró la mano de Samuel y lo arrastró al lecho, donde empezó a
brincar—. Desde que me llevaste al TomorrowWorld, no puedo evitarlo ¡me
encanta! Brinca. —le pidió sacudiéndole las manos.
—Tu vecino del piso de abajo no va a estar muy contento y se me va a caer la toalla. —mirándola divertido, mientras sonreía.
—El
vecino no va a decir nada y si viene no le abrimos o le sales sin
toalla. —dijo guiñándole un ojo con picardía y seguía brincando.
Samuel
la imitó y empezó a brincar, ambos reían y se divertían como si fuesen
unos niños, hasta que estuvieron cansados y él nunca antes había
agradecido al cielo por escuchar Bad Romance en la versión de Jared
Leto. Eso le dio una tregua lanzando a Rachell sobre la cama y se le fue
encima, la risa de ella lo envolvió y el primer beso de la noche se
hacía presente, voraz y sexual, mientras su lengua resbalaba por la boca
de Rachell y ella se abría gustosa en recibirlo succionándole la lengua
con vehemencia, y él le daba tirones a la bata de baño abriéndola.
Poco
a poco fue resumiendo las ganas del beso, hasta solo convertirlo en
succiones y mordisqueos mientras se relamían los labios ansiosos.
—Vamos
a quitarte esta prenda que es completamente innecesaria. —dijo con voz
agitada incorporándose y cumpliendo su palabra de lanzar al suelo la
bata de baño, así como la toalla que él llevaba puesta, se sentó a
ahorcajadas sobre la chica—. Es momento del tequilazo. —agarró dos
trozos de limón—. La idea es no usar las manos, en el primer trago.
—verificó que no tuviesen semillas y colocó cada uno sobre los pezones
de Rachell.
—Estás loco. —dijo ella
sonriente y sus pezones se endurecían ante el frio contacto y la
expectativa, aunado a eso estaba la sensual voz de Jared Leto entonando “Quiero tu locura y tus besos, te quiero en mi cama, haré que te enfermes”
—Sólo
te voy a explicar porque te tocará hacerlo. —mientras creaba un fino
camino de sal por en medio de los senos. Agarró el vaso tequilero y la
botella—. Abre la boca. —Le pidió y ella obedientemente lo hizo.
Samuel
colocó el vaso en la boca de Rachell que lo presionó con sus dientes y
él lo llenó hasta la mistad. Listo para el primer trago entrelazó sus
manos con las de Rachell para inmovilizarla.
Pasó
la lengua lánguidamente por el valle en medio de los senos, con la
misma paciencia y sensualidad abrió la boca abarcando más del espacio
que ocupaba el trozo de limón sobre su pezón y lo succionó con fuerza,
haciendo que el cuerpo de Rachell se arqueara ante la maravillosa y
dolorosa sensación. Con el paladar y la lengua lo exprimió y luego lanzó
a un lado lo que quedó de la fruta, llevó su boca y con sus dientes
aseguró el vaso y en un movimiento rápido echo la cabeza hacia atrás
tomándose de un trago el licor.
Con la ayuda
de su mano se quitó el vaso y lo mantuvo en esta, regresó y succionó de
la misma manera el otro trozo de limón, pero esta vez no se retiró los
disfrutó en el pezón de Rachell, haciendo que el jugo corriera por el
seno de la chica que jadeaba al sentir la lengua de Samuel serpenteando
en busca del líquido que escurría.
—Es… más
interesante el tequilazo —dijo en medio de jadeos y se removía en el
colchón—. Que el tequila convencional. —sentía que casi no había oxígeno
en sus pulmones y sus estomago vibraba sin parar.
—Sí
que lo es, ahora es tú turno, ya sabes no puedes usar las manos porque
si no perderás y te tocará repetir. —dijo dejándole espacio a Rachell y
tomaba lugar en el colchón.
—Veamos… —musitó
recorriendo con su mirada el cuerpo de Samuel quien se encontraba semi
erecto y eso enardeció los latidos entre sus pliegues—. Puedo elegir la
parte del cuerpo.
—Claro en este momento soy
tu conejillo de indias. —sonriendo y llevándose las manos entrelazadas
debajo de la cabeza, quedando totalmente inmóvil, sin embargo su mirada
escurridiza viajaba por el cuerpo de Rachell y no podía controlar los
latidos en su pene que sincronizaban la erección a consecuencia de la
desnudez de la mujer.
Rachell agarró la sal e hizo
un camino desde el nacimiento de su miembro hasta el vientre y sonreía
de manera maliciosa al sentirlo temblar, colocó un trozo de limón en
ombligo y el vaso en medio del abdomen de Samuel ubicándolo en uno de
los músculos que sobresalían. Lo llenó menos de la mitad porque era
consciente que lleno no podría tomarlo a fondo y un poco más arriba
colocó el otro trozo de limón, Al observar el camino feliz de Samuel
adornado por sal, limón y tequila. No pudo evitar que la boca se le
aguara.
Se mordió el labio inferior ante las
ganas y observó su obra, la cual Samuel con su anotomía le daba
perfección y la mirada que él dedicaba era entre morbosa y pícara
aumentaba en ella esa excitación que de manera silente latía.
Rachell
suspiró profundamente y se colocó a gatas, con la lengua arrastró
lentamente la sal, podía sentir los finos grumos resbalar por el vientre
vibrante de Samuel. Al final del camino que había hecho previamente
chupó la sal, pasó al ombligo y con sus dientes exprimió el trozo de
limón, rápidamente, utilizando solo su boca agarró el vaso e intentó
hacer lo mismo que Samuel, pero no pudo, tuvo que usar su mano.
—¡Has
perdido! —dijo divertido incorporándose y Rachell trataba de lidiar con
el ardor en su garganta—. Te toca otro. —le indicó y se puso de
rodillas frente a la chica.
—No… no apenas si lo agarre, todo lo demás lo hice bien. —trataba de salvarse, mientras carraspeaba con su garganta quemada.
—Era no usar las manos. —le recordó y ella negaba con la cabeza y reguardaba el vaso para no tener que tomar otro trago.
—Ya
no voy a jugar más, no. —se negaba y Samuel agarró un limón y se lo
llevó a la boca lo sostuvo con sus dientes y agarró la botella, con su
mano libre y sostuvo a Rachell por la nuca, evitándole movimiento
alguno.
—Abre la boca. —pedía sosteniendo el limón entre sus dientes y la acercaba a su rostro.
Rachell
quedó por debajo de él y se rehusaba a abrir la boca entonces Samuel se
acercó lo suficiente para posar el limón sobre los labios de ella y con
sus dientes lo exprimió, involuntariamente Rachell abrió la boca y sin
darse cuenta un chorro de tequila se mezclaba con el jugo de limón, todo
fue tan rápido que ni siquiera se dio cuenta en el momento en que
Samuel le metió sus dedos índices y pulgar con una pizca de sal y ella
los chupaba.
—Ahora si has cumplido.
—murmuró retirándole los dedos y entonces la boca de él asaltó la de
ella, saboreando el tequila en la boca de ambos, sintiendo el calor
apoderarse de sus bocas.
Él se alejó un poco
y dejó caer un chorro en su boca, lo retuvo y regresó a besarla y
luchaba porque el tequila que adormecía sus lenguas no se derramara, eso
lo repitieron una y otra vez.
—Quiero otro
tequilazo. —pidió tan cerca de la boca de Rachell que ella sentía el
aliento más caliente que de costumbre estrellarse contra sus labios.
—Si
pierdes, repites. —Su voz sensual era una evidente invitación para que
perdiera y repitiera sobre su cuerpo la travesía de disfrutar un
tequilazo.
Samuel soltó una carcajada y ella quedo suspendida en el excitante movimiento de su garganta.
—¿Te ha gustado? —preguntó y le llevó una mano a la cadera instándola a que se acostara boca abajo.
—Digamos
que tiene sus beneficios. —contestó con esa sonrisa que evidenciaba el
deseo que en ella cabalgaba desbocado y con una mano retiraba el cabello
y lo hacía a un lado, dejándole la espalda completamente libre a
Samuel.
El chico admiró la nívea piel de
la espalda y llevó una de sus manos a la parte baja donde inicio una
caricia con la presión exacta en ascenso, ante la placentera sensación
Rachell encorvó su cuerpo, apoyándose con las rodillas elevó un poco el
trasero, regalándole gemidos de satisfacción, los cuales terminaban con
una sonrisa extasiada.
Él trataba de
contener sus ganas, verla de esa manera era una tortura casi
insoportable, la hacía culpable de su deseo, del ardor que lo consumía,
por lo que bajó la caricia con la misma presión hasta apoderarse con
fuerza de una de las nalgas, tratando en el agarré menguar las ganas, a
la fuerza que él imprimía ella soltó una carcajada espasmódica y el
azoté que siguió la hizo gritar ante la sorpresa, pero le había gustado,
¡Dios si le había gustado! Sentir el picor en su nalga izquierda, y los
latidos en la piel era un eco de esa excitante nalgada.
Samuel
agarró la sal e hizo un diminuto montón en la nalga izquierda, el vaso
tequilero lo ubicó un poco más arriba de coxis y lo llenó a la mitad
mientras que en la nalga azotada, le exprimió el limón.
Rachell
sintió el líquido cítrico correr por su nalga y eso era un gran alivio,
el revitalizante frio contra la piel caliente, era una sensación
realmente agradable, estaba dispuesta a que Samuel le pegara una vez más
si iba exprimir otro limón, pensaba que eso era placentero hasta que él
rompió los esquemas al posar su lengua y empezar a robar el jugo. Un
sorpresivo jadeo se escapó de su garganta e involuntariamente se aferró a
las sábanas y no podía controlar los temblores que la recorrían, así
como tampoco podía hacer nada por retener las savias que brotaban de su
vagina. Era placer, satisfacción, cruda satisfacción.
Aunque
no podía verlo sintió cuando quitó el vaso, ya había bebido el tequila y
seguido de eso atacó la otra nalga donde estaba la sal, la tibia legua
recogió la sal pero con los dientes atrapó un pedazo de piel, el dolor
era soportable pero martirizante. No tenía fuerzas para pedirle que se
detuviera, solo hundió el rostro entre las sabanas y soportó hasta que
él la soltó y le mimó el lugar con besos húmedos, cortas y suaves
succiones.
Se deslizo sobre ella como un
felino posando su cuerpo encima del de Rachell y al oído con voz tan
profunda y cautivante como el océano le susurró.
—He
perdido y no te has dado cuenta, perdí… me has ganado Rachell, todo,
por entero me has ganado. —el aliento húmedo por el fervor y la
excitación generaba calor en el cuello de la joven y ella apenas si
podía darle algún sentido a las palabras de Samuel.
—Entonces te toca repetirme. —Lo dijo apegándose a la doble intención de las palabras del chico—. Repíteme Sam.
—Lo
haré todas las veces que sean necesarias, no me cansaré, eres la
penitencia que quiero pagar. —se elevó lo suficiente para hacerla girar y
ponerla frente a él.
—¿Qué esperas?, quiero
que pagues. —dijo ella y se mordió el labio inferior con toda la
intención de hacerlo caer en la perdición.
Samuel
se incorporó y se sentó a horcajadas sobre ella, agarró la botella y le
invitó un poco Rachell se armó de valor y abrió la boca recibiendo el
líquido caliente que el quemaba la garganta y la obligaba a arrugar la
cara y sin embargo lo fuerte del licor no fue impedimento para que lo
tragara.
El líquido de manera intermitente
bañaba sus pechos y Samuel los tacaba, robándoselo con su lengua, cuando
él necesitaba descansar le daba a beber y después de tercer trago ella y
el tequila empezaban a llevársela bien, ya no le repugnaba tanto, pero
también empezó a sentirse mareada y el calor entre sus muslos iba en
aumento, la ansiedad empezaba a atacarla y quería más de ese hombre.
Ella
en un arrebato de ardor y necesidad mientras la habitación empezaba a
darle vueltas llevó las manos al pecho de Samuel y lo hizo acostar y su
boca sin vacilación se fue al miembro erecto de su brasileño, con su
lengua empezó a surcarlo de arriba abajó, pincelándolo en toda su
longitud, hasta llegar a la parte inicial, la cual chupó con ganas,
mezclando el sabor del tequila con el de su hombre. Se encontraba a
gatas y pudo sentir como él la tomaba por uno de los muslos instándola a
que también le diese de beber, arrastrada por lo que el licor estaba
causando en su cuerpo y sentidos accedió y la cabeza de Samuel quedó
entre sus mulos, debajo de su cuerpo y ella encima de él seguía haciendo
su trabajo.
Su cuerpo se estremeció y una
corriente recorrió su espina dorsal al sentir la lengua de Samuel
pasearse por su palpitante y húmedo sexo, abriéndose espacio con los
dedos, serpenteaba con su lengua una y otra vez, cegándola de placer e
intentaba retomar la labor con su boca ya que le había dejado solo a sus
manos la tarea de masturbarlo.
Como si
fuese una fresa, jugosa y caliente succionaba el punto más vulnerable
del cuerpo del joven, arrancándole gruñidos que se estrellaban contra su
clítoris.
Entregados a las sensaciones que
sus bocas creaban en sus sexos, en medio de murmullos y succiones que se
dejaban escuchar en el lugar, sin ser consciente que la música había
llegado a su fin, pero no necesitaban nada más para amenizar el lugar
que el sonido que ellos mismos creaban degustando uno en el sexo del
otro.
Una vez más el cuerpo de Rachell se
tensó cuando la lengua de Samuel iba más allá, se posaba y empezaba a
hacer círculos en su ano, nunca lo había experimentado y en otras
circunstancia pensaría que era una suciedad, pero el placer que sentía
no tenía límites y sólo suplicaba porque no dejara de hacerlo, porque
siguiera estimulando ese lugar, de la manera que lo hacía.
Así
como él le brindaba más placer, ella quiso imitarlo, atreverse a un
poco más y entonces su lengua, bajó hasta los testículos y les regaló
lánguidas caricias para después abrir su boca y succionarlos suavemente,
arrancándole estremecimientos al cuerpo de Samuel, la acción la repetía
y no podía evitar reír como una niña ante el sonido que producían los
testículos cada vez que se escapaban de su boca, sentía tanto placer
como diversión jugar con las pelotas de su fiscal.
Los
dedos de Samuel se intercalaban con su lengua, haciéndose espacio y
dilatándola poco a poco, enloqueciéndola con placer renovado,
mostrádmele que había muchas maneras de disfrutar de la intimidad y que a
medida que se conocían iban compenetrándose más hasta llegar a besos
tan íntimos, besos que enloquecían.
—Estás
lista Rachell. —le aseguró y ella reafirmó con asentimiento, elevándose y
sus manos traviesas no dejaban de masturbarlo. Sin embargo las palabras
de él hicieron que más líquidos brotaran de su interior, estaba más que
lista, estaba ansiosa, casi, casi desesperada.
En
un movimiento rápido, mientras la habitación para Rachell no dejaba de
moverse, alterada y excitada por su estado de ebriedad no pudo ser
consciente de en qué momento, estaba acostada de lado y Samuel detrás.
—Solo
la punta fiscal. —Le pidió y soltó media carcajada al recordar las
palabras de Sophia, sin poder controlar su lengua medio adormecida.
—Solo
será la punta… Prometí que poco a poco. —Con una mano guiaba y
preparaba su miembro y con la otra por debajo del cuello de Rachell la
ayudaba a volver la cabeza para besarla, succionando suavemente los
labios o masajeando con su lengua la de ella, sin cerrar los ojos se
entregaban a lo que sus bocas imploraban.
Samuel
sintió el tibio y surcado ano de la chica y entonces con toda la
paciencia del mundo empezó a entrar, ni siquiera el glande había entrado
cuando encontró la barrera de estar más cerrado y aunque para él era un
placer extraordinario, para Rachell no lo seria, se retiró la dejó
respirar y regresó ganando un poco más de terreno, volviendo a besarla
mientras entraba, distrayendo su atención y excitándola cada vez más.
Lo
aseguró dentro y lo soltó aprovechó esa mano para hurgar en el clítoris
de Rachell, quien empezó a jadear, ante las ráfagas de placer que
Samuel despertaba en ella con sus dedos zigzagueando brindándole goce
sin medidas.
—Tienes la posibilidad de un
poco más, solo tienes que pegarte más a mí, tú eliges cuánto quieres
esta noche. —mirándola a los ojos mientras las narices se rozaban y todo
él temblaba y se sonrojaba por contenerse en su arrebato de querer
romper barreras, pero lo último que quería era comportarse como un bruto
y que Rachell le negara la gloria que apenas estaba saboreando.
—Quiero
más… quiero más. —murmuró temblorosa, sentía la presión del miembro de
Samuel en su ano, su piel estirada, pero no sabría decir a ciencia
cierta si el placer era por la penetración o por como el hurgaba en su
clítoris, todas las sensaciones estaban muy juntas para poder
definirlas.
Con una de sus manos tomó el
miembro de Samuel y entonces ella decidió cuanto quería y aunque lo
hacía lentamente y era doloroso, era soportable y placentero.
Samuel
jadeaba y gruñía, maldecía y bendecía, la besaba con ternura y con
arrebato, saltaba al hombro expuesto de ella y lo saboreaba con su
lengua o mordía conteniendo sus impulsos para no lastimarla.
—Creo
que hemos pasado la punta… —bramó Rachell convulsionando ante el
placer, pero ya no podía más ahí lo dejaría y entonces se removió
lentamente y eso le ayudaba a dilatar y hacer menos incomoda la presión.
Samuel
estuvo el tiempo necesario, hasta que Rachell se familiarizara y
entonces lentamente se retiró y atendió a la vagina que lo incitaba,
entró y en cada acometida la vida se le iba, el placer lo doblegaba. Le
sostenía una de las piernas a Rachell para mejor penetración y se
desbocaba en con sus envestidas, el delirio llegó a él y en segundos la
sensación de una descarga eléctrica le recorría la espina dorsal y se le
concentraba en los testículos lo atacó y fue más contundente en sus
movimientos hasta que las contracciones hicieron que se derramara.
—Mierda.
—masculló sabiendo que había llegado antes que Rachell y eso
verdaderamente lo frustraba, al menos lograría mantener la erección unos
segundos y entonces se esforzó con la ayuda de sus dedos, el licor
había retardado el orgasmo en la chica.
No
le quedó más que salir, ponerse de rodillas y colocarla boca a arriba,
se colocó entre los muslos y utilizo sus dedos mientras le besaba la
parte interior de los muslos, juraba que la próxima vez tendría a mano
un vibrador. Con la astucia de sus dedos penetró en la vagina y también
en el ano, y con su lengua atacó el clítoris tratando de poner todo su
empeño.
—Se siente bien… así… Sam… más
rápido, solo un poco… más rápido. —suplicaba Rachell tomándolo por los
cabellos para que no hiciera retirada alguna cuando ella estaba
vislumbrando la gloria.
Samuel logró que
Rachell se detuviese en el tiempo y estallara el orgasmo en medio de
gritos ahogados. Se dejó vencer sobre ella quien lo recibió entre besos y
caricias.
—Necesito un poco de agua en la
cabeza a ver si la habitación deja de darme vueltas. —dijo la chica en
medio de risitas ahogadas y se aferraba más a él.
—¿No me digas que te has emborrachado con cuatro tragos de tequila? —la incredulidad vibró en su pregunta.
—Si
no estoy ebria entonces saca a tu maldito gemelo de aquí… Aunque debo
confesar que se portó muy bien. —decía y una vez más se carcajeaba.
—Vamos
al baño Rachell porque si me ves doble, es muy peligroso para ti, la
verdad no querrás a dos Samuel en una misma cama. —Se levantó y agarró a
la chica—. Aférrate a mí.
Rachell se asió
con sus brazos al cuello de Samuel y con sus piernas a la cintura. Él se
encaminó al baño, sintiendo las piernas temblorosas ante las secuelas
del orgasmo que había experimentado y del cual no se reponía
totalmente.
Llenar la bañera llevaría su
tiempo, por lo que prefirió entrar a la ducha y con cuidado se sentó en
el suelo manteniendo la misma posición, el agua empezó a mojarlos y
Samuel le acariciaba los cabellos y el rostro a Rachell repartiéndole
besos, por donde sus manos se deslizaban, como si sus labios quisieran
borras las huellas de sus manos.
—Creo que no volveremos a jugar al tequilazo. —expresó sintiéndose un poco culpable.
—¿Estás
loco? Si quiero repetirlo la próxima semana, me encantó y la próxima no
pienso perder ni una sola vez. — dijo sintiendo como poco a poco el
agua le ayudaba a salir del ligero aturdimiento en el que se encontraba
minutos atrás.
Ella había sido consciente de
todo lo que había pasado, de cada palabra dicha, cada mirada, cada
caricia y cada decisión tomada, que no pudiese controlar su lengua era
otra cosa, pero había disfrutado el momento que acababan de experimentar
como ningún otro.
—Está bien no dejaré que
pierdas… —dijo sonriente y la abrazó, frotándole cariñosamente la
espalda. Así pasaron muchos minutos, mientras el agua tibia los relajaba
completamente, sumergiéndolos en un estado de letargo en el cual solo
irrumpían sus respiraciones y uno que otro beso que se depositaban en
los hombros o el cuello.
—Samuel… —murmuró con la barbilla apoyada en uno de los hombros del chico.
—¿Pasa
algo? ¿Te sientes bien? Creí que te habías quedado dormida —Le dijo
con la voz en remanso y sin deshacer el abrazo, por el contrario al
percatarse que estaba despierta hizo más estrecha la unión entre ambos.
—Yo
me siento bien, pero sé que tú no, te he notado un poco aturdido, no
conmigo… tal vez es algo con el trabajo, me gustaría ayudarte un poco,
pero no sé nada de leyes. —y se removió un poco en busca de comodidad
posando sus labios el hombro del chico.
—Aunque
supieras, no podrías ayudarme, es más que el trabajo, son cosas que me
pasan. —confiando en Rachell en ese momento, donde prácticamente eran
uno, y creía que sería muy egoísta de su parte no contarle por lo que
estaba pasando, cuando ella le estaba brindando compañía y a cambio
quería saber un poco más de él.
—Con tu
mamá… —pudo sentirlo tensarse, pero ella hizo el abrazo más fuerte,
mostrándole con ese gesto que todo estaría bien—. Sé que algo pasó con
ella y lo siento… lo siento tanto. —inevitablemente los ojos se le
llenaron de lágrimas, estar bajo los efectos del alcohol la hacían más
vulnerable—. De verdad lo siento, porque se nota que la aún la amas.
—Todos
los días de mi vida… Cuando me la arrancaron solo hicieron que ese amor
no conociera limites, durante mucho tiempo me creí culpable de lo que
le pasó, era lo que todos decían, que había sido mi culpa y tal vez fue
así, porque yo no pude sacarla y en el intento solo logré lastimarla aún
más. —la garganta se le inundo y ahogó el sollozo en el hombro de
Rachell, era inevitable controlar su dolor cuando a él asaltaban las
imágenes del pasado, la impotencia y desesperación lo invadían sin
piedad.
—Quiero ayudarte. —se ofreció al sentir como Samuel temblaba entre sus brazos y una vez más se derrumbaba ante ella.
—No puedes hacerlo. —le dijo con la garganta inundada por el llanto.
—Déjame intentarlo. —suplicó besándole el hombro y acariciándole con ternura y energía la espalda.
—No
puedes hacerlo Rachell, puede que algún día encuentre el valor para
contarte lo que pasó, pero eso no va a cambiar nada… —y él se obligaba a
ahogar los sollozos en el hombro de ella—. Nada de lo que haga o diga
va a cambiar lo que pasó, así que nadie puede ayudarme, he aprendido a
vivir con eso, se vivir… Puedo hacerlo, pero no porque te cuente voy a
olvidar o voy a dejar de sentir.
—Tienes
razón, no quiero que olvides, si amas a tu madre no pido que dejes de
sentir ese amor por ella —primera vez que hablaba de amor sin que la
palabra le causara repulsión tal vez por la circunstancia en la que se
encontraba—. Puedes llorar todo lo que quieras y quiero que sepas que
cuando el Sol salga en el horizonte volveremos a ser los mismos, no
tienes que huir avergonzado por lo que sientes, son hermosos
sentimientos y de cierta manera envidio eso. —Sin dejar de frotarle la
espalda y repitiendo ese pacto que él mismo había creado cuando ella se
sintió vulnerable en Flagstaff.
Samuel se aferró a Rachell
y era segunda vez que lloraba con ella, era a quien hasta ahora
verdaderamente le mostraba sus sentimientos, no podía
entenderse a sí
mismo, ¿por qué nunca llegó a ese grado de confianza con sus primos o
tío? ellos habían sido apoyo indispensable para él y sin embargo les
escondía su dolor.
Noooooo!!!!!!!!!!!! Fue muy corto quiero massssss:-):-):-):-):-)
ResponderEliminardonde puedo descargar el libro??
ResponderEliminarEl tercer libro de DMAV Decisiones no ha sido publicado, la autora todavia no lo ha terminado pero espera terminarlo antes de marzo
ResponderEliminarQuiero el 3er librooo T.T Dios, no aguantare hasta marzoo :'(
ResponderEliminarEstamos iguales!! ya quiero que llegueeee marzoo
ResponderEliminarDonde puedo descargarlo kiero el tercer libro
ResponderEliminarHola Karina, el tercer libro todavia no ha sido publicado. Cuando la autora lo publique y nos llegue en pdf lo subiremos.
EliminarYa salió el tercer libro? Bueas tardes
ResponderEliminarHola Lorena, disculpa la tardanza en responder. El tercer libro todavia no ha salido esperamos que sea a finales de Marzo.
EliminarGracias por responder!! Aun no hay fecha de salida? Esperandolo con ansia! Saludos felices pascuas!!
EliminarBuenas, por ahora no hay fecha de publicación ya que la autora ha comentado que la editorial Santillana, la cual publicará el libro ha sido comprada en general y estan en proceso de integración, debido a esto se ha demorado la publicación del libro,
EliminarSaludos.
Ya son finales de Marzo! !
ResponderEliminarAún nada? :(
No chicas :(, no lo vana publicar todavia. La autora ayer publico en su facebook que la editorial le escribio que todavia estaban revisando el libro y no tienen una respuesta para darle. Asi que tenemos que seguir esperando, no me gusta pero bueno que mas :(
Eliminaralguien tiene el 3???
ResponderEliminarNo chicas :(, no lo vana publicar todavia. La autora ayer publico en su facebook que la editorial le escribio que todavia estaban revisando el libro y no tienen una respuesta para darle. Asi que tenemos que seguir esperando, no me gusta pero bueno que mas :(
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEspero que el tiempo pase rápido para poder leerlo por que de verdad me quede encantada con esta historia.
ResponderEliminarNosotras tambien queremos que pase rapido por que nos enamoramos de esa historia es perfecta.
EliminarYa llegamos a abril... cuando vamos a poder leer el libro 3??
ResponderEliminarHola, la autora sigue esperando respuesta de la editorial acerca del manuscrito, ya que si pública sin autorización hay una probabilidad de que tenga problemas, estamos muy ansiosas, te sugerimos que estés pendiente.
ResponderEliminarSaludos
Cuando tengan el 3er libro porfavor me avisan a mi correo para poder descargarlo. Gracias
ResponderEliminarsilvana.carolinaa@gmail.com
Hola Silvana, con gusto te avisaremos.
EliminarSaludos
Por favor cuando tengan el tercer libro podrían enviármelo a "lolena78@hotmail.com"me encanto la historia!!!Gracias!!!!!!:)
ResponderEliminarAqui te puedes informar Dani, Gracias por visitar nuestro blog<3 http://unaobsesioninigualableblog.blogspot.com/2014/05/noticias-sobre-dmav.html
EliminarCuando llegue el tercer libro me lo podrían enviar a ladyserenashields@gmail.com... Gracias!!!!
ResponderEliminarAqui te puedes informar Lady, Gracias por visitar nuestro blog<3 http://unaobsesioninigualableblog.blogspot.com/2014/05/noticias-sobre-dmav.html
Eliminarhola cuando llegue el tercer libro puedes enviarmelo???? Me encantó.....loreve_8@hotmail.com
ResponderEliminarGraciasssss.
Aqui te puedes informar Lorena, Gracias por visitar nuestro blog<3 http://unaobsesioninigualableblog.blogspot.com/2014/05/noticias-sobre-dmav.html
EliminarHola soy de Perú y no se como adquirir el libro, si tienen el libro talvez me lo podrian enviar a mi correo valeriavaldezjimenez@gmail.com
ResponderEliminarGracias
Aqui te puedes informar Valeria, Gracias por visitar nuestro blog<3 http://unaobsesioninigualableblog.blogspot.com/2014/05/noticias-sobre-dmav.html
EliminarHola soy de Argentina muero por leer el tercer libro, si lo tienen me lo podrían enviar, mi correo es claumansilla1@hotmail.com
ResponderEliminarGracias
Aqui te puedes informar , Gracias por visitar nuestro blog<3 http://unaobsesioninigualableblog.blogspot.com/2014/05/noticias-sobre-dmav.html
EliminarBuen día donde puedo descargar el tercer libro por favorrrrrrr
ResponderEliminarHola Jeidy, ya el libro se encuentra en nuestro Blog --> http://unaobsesioninigualableblog.blogspot.com/2014/05/dulces-mentiras-amargas-verdades.html
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