Violet Garnett y Luck nuevos personajes para Mariposa Capoerista❤

Quinto Personaje

Violet Garnett Winstead ''Mariposa Princesa''(Apodo de Samuel) o ''Princesa Enana''(Apodo de Rachell)

8 años de edad (Hija Menor)

Fragmento

—Papi, papi.
Una pequeña de ojos tan azules que en algunas ocasiones, sobre todo cuando se molestaba, se le veían tan violetas como los de la madre, corría a su encuentro.
—Hola, mi mariposa princesa —dijo cargándola con energía y empezó a cubrirle el pecoso rostro de besos, arrancándole divertidas carcajadas que a él le alegraban el alma. Nada tenía comparación a las risas de sus hijos.
—Papi ¿por qué siempre me dices mariposa princesa y a Elizabeth le dices mariposa capoeirista? Yo también, quiero ser una mariposa capoeirista —reprochó frunciendo el ceño, juntando las tupidas cejas que había heredado de él.
—Porque tú eres mi mariposa princesa, eres hija de mi reina mariposa —explicó colocándole un dedo en la nariz, ante la pregunta que Violet nunca se cansaba de hacer—. ¿Dónde está tu mami?
—Está en la habitación —hizo un puchero y bajó la mirada—. Aún sigue triste porque Snow se fue al cielo. ¿Es malo el cielo? —preguntó arrastrada por la curiosidad y la inocencia.
—No, el cielo no es malo. Es que tu madre extraña verlo, no podemos evitar sentirnos triste cuando alguien nos hace falta, pero dentro de poco se le pasará —le acariciaba la mejilla mientras caminaba a uno de los sofás y tomaba asiento—. ¿Dónde está Elizabeth y Oscar? Será que ya no les importa el padre —con su mirada color miel recorría cada anexo a la sala, esperando que llegaran a recibirlo.
—Elizabeth está en la habitación con mi mami y mi tía Roxy, Oscar en su habitación, supongo que intentando ser un buen guitarrista.
—Tu hermano es un buen guitarrista —le recordó, mientras la niña le revoloteaba encima, hasta que se paró sobre el sofá detrás de él, ya sabía que lo que quería era quitarle el saco, y mansamente se dejó.
—Lo dices porque es mi hermano —soltó una carcajada, mientras hacía esfuerzo por quitarle el saco a su padre.
—Tienes una lengua muy afilada para esos ocho años —Samuel rió divertido.
—Mami dice que es tu culpa.
—Ahora yo soy el culpable de todo —bufó mientras se aflojaba la corbata.
—No papi, tú eres un superhéroe, siempre atrapas a los malos.
—Yo no los atrapo, eso lo hace la policía —le recordó, porque no le gustaba que su niña se creara falsos estereotipos.
—Pero tú los mandas a todos, eres el Fiscal General. Eres el más listo de todos, más que hasta lo policías.
Samuel sonrió resignado ante lo sobrevalorado que su hija lo tenía y le dio un beso en la frente.

Mariposa Capoeirista. 2015 Lily Perozo ©

Sexto Personaje

Luck (Sin mas Informacion)
25 años

Lo poco que conocemos es que es un modelucho(Como la llama Samuel jiji), sera una de las Conquista de nuestra hermosa Mariposa Capoerista❤

Samuel sonrió resignado ante lo sobrevalorado que su hija lo tenía y le dio un beso en la frente. En ese momento el inusitado ardor e incomodidad que se apoderaba de su estómago cada vez que le veía la cara de muñeco de cera al novio de su hija mayor, estalló sin más.
Como un mantra recordó cada una de las palabras de Rachell sobre la aceptación del modelucho, que bajaba del Ferrari que acababa de estacionar frente a la casa. Esa que después de tantos años seguían compartiendo. Respiró profundo y no se tomó la molestia de levantarse para ir a abrirle, tampoco permitió que Violet lo hiciera. Al menos que pasara un poco de frío.
Fue Esther quien se condolió invitándolo a pasar. Luck se frotó las manos y se las calentó con el aliento, mientras buscaba con la mirada a su novia, suponiendo que ella debía estar esperándolo, pero a cambio se encontró con su reacio suegro.
—Buenas noches, señor Garnett —saludó tratando de ser amigable.
—Buenas noches, Luck. Pasa y siéntate, recuerda que estás en tu casa —refunfuñó poniéndose de pie, decidido a dejarlo solo.
—Gracias —dijo el chico siguiendo con su mirada gris como Violet se le subía en la espalda al señor Garnett—. ¿Cómo sigue Rachell? —preguntó al estar al tanto de la situación y de lo que le había afectado a su suegra la muerte de la mascota.
—Aún está algo afligida —caminó con Violet en su espalda, que no lo abandonaba en ningún momento y aunque estuviese agotado por su día laboral, siempre le dedicaba tiempo a su familia. En el rellano de la escalera se dio media vuelta—. Luck, estaré en el segundo piso —le advirtió con lo que parecía ser el intento de una sonrisa franca.
—Está bien, señor —sonrió nerviosamente, mientras mentalmente se recriminaba haberse metido en semejante situación.
Samuel siguió con su camino y antes de entrar a la habitación que compartía con su esposa, tocó a la puerta.
Nadie contestó, pero su hermosa mariposa capoeirista, abrió la puerta, recibiéndolo con un beso en la mejilla, aún le costaba creer que fuese una mujer, que los años se hubiesen escurrido como agua entre los dedos.
—Abajo te esperan —notificó torciendo la boca, en un gesto de desagrado.
—Papá no has sido grosero con Luck. ¿Verdad? —preguntó entornando su mirada gris azulada, pero en sus labios bailaba una hermosa sonrisa.
—Me pregunto si ese es su nombre o usa algún seudónimo.
—Es su nombre —soltó una carcajada ante las ocurrencias de su padre.
—Muy conveniente. ¿No crees? —inquirió tomándole la barbilla.
—Es culpa de los padres, ahora voy a ver a mi novio.
Samuel puso los ojos en blanco, llenándose de paciencia y acostumbrándose a escucharle a su pequeña a hablar de un hombre en su vida que no fuera él. Era consciente de que Elizabeth arrancaba suspiros a medio mundo, ser una de las modelos más cotizadas, le ponía a los pies a todos los hombres que quisiera, pero agradecía que su niña fuese realmente mesurada y hasta el momento sólo le hubiese dado muy pocos dolores de cabeza.
Rachell fue al encuentro de su esposo, seguía siendo tan elegante y delgada como siempre, sin embargo su semblante dejaba ver que había llorado, eso definitivamente le bajaba las defensas a Samuel.
Él también había sentido la pérdida de Snow tres días atrás, pero definitivamente su mujer era realmente sentimental y se le hacía difícil reponerse a ese tipo de situaciones.
Le posó la mano en la nuca y la atrajo a su boca, dándole un tierno beso que poco a poco se intensificó.
—Hay niños —se hizo notar Violet que seguía colgada de la espalda de su padre, mientras se tapaba los ojos con una mano.
A los esposos no le quedó más que dejar para otro momento la intensidad del beso.
—Ven aquí, princesa enana —le dijo Rachell tendiéndole los brazos para que dejara descansar a Samuel.
—No, mami… quiero estar con papi.
—Déjala —intervino Samuel guiñándole un ojo a su esposa, caminaron a un lado de la habitación que se extendía en una amplia terraza con media pared de cristal. Donde había un juego de sillas de ratán con cojines blancos y una mesa redonda, al otro extremo un sofá de tres plazas de cuero blanco y un revistero pequeño.
—Hola Samuel —saludó Roxana poniéndose de pie regalándole una linda sonrisa.
—Hola. ¿Cómo estás? —preguntó desviando sutilmente la mirada a su barriga que orgullosamente mostraba el séptimo mes de gestación de su segundo hijo.
—Bien, muy bien. Esperando a mi esposo que no debe… —hablaba cuando el sonido de un claxon entrando a la propiedad la interrumpió—. Justo acaba de llegar —sonrió ante la casualidad.
Se acercó hasta Rachell y le dio un beso en la mejilla, al que la hermana correspondió con un abrazo.
—Llámame apenas llegues al hotel —pidió Rachell mirándola a los ojos, mientras le acariciaba los cabellos.
—Lo haré.
Roxana se despidió con un beso en la mejilla de Samuel y salió de la habitación, encontrándose a su esposo, un profesor de matemáticas de la universidad de Ontario.
Samuel bajó a la niña dejándola sobre la cama, mientras que Rachell cerraba las puertas que daban a la terraza.
—Violet, ve a molestar a Oscar, que tu mami y yo necesitamos un poco de privacidad.
—¿Van a seguir besándose? —preguntó sacando la lengua en un gesto de desagrado.
—Además de besarnos, voy a hacerle una propuesta —dijo divertido y frunciendo los ojos, con eso acentuando las líneas de expresión alrededor de los ojos que los años le habían otorgado.
—¿Me gustará esa propuesta? —preguntó haciendo un gesto pensativo.
—Seguro que sí —le guiñó un ojo.
—Ya, Violet. Ve con Oscar —intervino Rachell al ser consciente de que su hija menor derretía completamente a Samuel Garnett.
—Está bien mami, siempre quieres a papi para ti solita —refunfuñó brincando de la cama y salió de la habitación.
Rachell se abrazó fuertemente a su esposo, sintiéndose aún nostálgica por todo lo de la muerte de Snow y no pudo evitar que más lágrimas brotaran.
—Lo extraño —murmuró con la cara contra el pecho de Samuel, mientras él le acariciaba los cabellos.
—Yo también —fue completamente sincero, porque no era lo mismo llegar a casa y que el perro no lo recibiera—. Pero vivió más del tiempo estipulado y eso fue gracias a tus cuidados. Ahora, tengo una propuesta que hacerte para que te distraigas un poco.
— ¿No ibas a besarme primero? Pensé que primero me besarías y después me harías la propuesta. ¿O no lo dijiste siguiendo algún orden? —preguntó alejando el rostro de su refugió y elevó la cabeza para mirarlo a los ojos.
—No precisamente. Te haré la propuesta y si me dices que sí, no solo te daré un beso sino que cogeremos toda la noche.
—Ya no rinde para tanto fiscal —dijo burlona.
—Puedo demostrarte que aún puedo mantenerte despierta toda la noche.
—Me estás coaccionando a que te de un sí. Ya no te guardes más esa propuesta. —le pidió acariciándole el cuello.
—A partir de mañana tengo mes y medio de vacaciones.
—¿Tus vacaciones no eran el próximo mes? —preguntó algo extrañada.
—Sí, lo eran, pero creo que es el momento justo para adelantarlas. ¿Quieres acompañarme un mes a Brasil? Iremos con los niños.
—¿A Brasil? Pero no era lo que habíamos planeado. ¿Y la boutique? —sus pupilas danzaban de un lado a otro, cargadas de sorpresa.
—No crees que es hora de que pases un tiempo en la sucursal de Río.
—Tienes razón. ¿Y cuándo nos vamos?
—Mañana por la tarde, tenemos que aprovechar los días.
Rachell rodeó el cuello de Samuel con sus brazos y lo besó con intensidad, hasta que él la llevó a la cama y con urgencia empezó a quitarse la camisa.
—¡Papá! —el grito de Oscar reventó la burbuja de placer en la que Samuel y Rachell intentaban aislarse del mundo exterior—. ¡Papá!
Samuel resopló enterrando el rostro en el cuello de Rachell, ante otro frustrado intento por tener sexo con su esposa.