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Lo Último

domingo, 21 de diciembre de 2014

NoticiaS DMAV! Nuevo Relato♥

Hace poco la autora Lily Perozo publico la primera parte de un relato por el dia de Sam, en el grupo las Sras.Garnett esta semana (hasta el dia 27) En dias especifico se estan publicando imagenes de algunos personajes de los libros DMAV. Para mas explicacion miren el siguiente cronograma...

Buenas mis Sras. Garnett hoy las Administradoras les traemos el cronograma de la semana del 20 al 27/12……
Sábado 20/12 Día de Samuel Garnett (Podrán publicar fotos, frases de él, poemas, canciones, solo de él no se permitirá ningún otro personaje)
Domingo 21/12 Día de Thor Garnett (Podrán publicar fotos, frases de él, poemas, canciones, solo de él no se permitirá ningún otro personaje)
Lunes 22/12 Día de Ian Garnett (Podrán publicar fotos, frases de él, poemas, canciones, solo de él no se permitirá ningún otro personaje)
Martes 23/12 Día de Reinhard Garnett (Podrán publicar fotos, frases de él, poemas, canciones, solo de él no se permitirá ningún otro personaje)
Miércoles 24 y Jueves 25/12 Días de Dulces Mentiras Amargas Verdades ( Ven y celebra con Lily y todas nosotras estaremos recordando todo lo vivido con esta magnífica saga, se publicaran los videos de la historia, los artes, etc)
Viernes 26/12 Tendremos un concurso (Las Sras. Garnett podrán participar realizando un arte y publicándolo este día, el mejor arte se quedara como portada del grupo por 1 día)
Sábado 27/12 Ese día tendrán todas una gran SORPRESA!!!
Ven y comparte con el grupo estas maravillosas fiestas, y Feliz Año Garnett Nuevo
  
Si todavia no te has unido al grupo de las SRAS. GARNETT QUE ESPERAS? VEN Y UNETE! 
Y difrutas de todas las ocurrencias de estas hermosas Sras. Garnett 

Y sobre el relato estas fueron las palabras de Lily Perozo:
Bueno y casi, casi para cerrar el día de Sam, en Venezuela aún no queda una hora, quiero agradecer a todas las Sras. Garnett que integraron hoy a esta maravillosa familia, espero que lo estén pasando muy bien. Ya somos 8.800 miembros en este gran hogar. Ahora sí voy con la primera parte del relato que serán varias entregas. Para que vivan esos momento a través de los años que pasaron en la historia, esos huequitos que quedaron y que no pude compartirles para no hacer interminable É por amor.

Ser padres nos cambió la vida
Afuera solo se escuchaba el viento colándose entre los árboles, que murmuran la perdida de sus hojas. Mientras en la habitación completamente a oscuras el corazón de Samuel le retumbaba dentro del pecho, se sentía en un bucle de emociones que no lo dejaban dormir. 

La luz roja del reloj digital, sobre la mesa de noche, marcaba las 12:33 am, mientras Rachell dormía plácidamente a su lado, ni siquiera se atrevía a tocarla para no despertarla, porque temía que mal interpretada su angustia.
No estaba preparado, realmente no lo estaba. Le mintió cuando le dijo que sí, era una extraña mezcla de temor y felicidad. Eran dos emociones completamente distintas que se equilibraban en su interior y no sabía cómo luchar con ellas.
—Necesito prepararme —murmuró haciendo a un lado la sábana y salió de la cama, llevando puesto únicamente un bóxer negro. Dejándose guiar por la débil luz roja del reloj, caminó hasta donde se encontraba su computadora portátil sobre el escritorio de cristal, la agarró y salió.
Bajó las escaleras, sin saber si dirigirse a la cocina o a la sala. Tal vez su lugar de trabajo, o saldría al área de la piscina.
Ver a Snow durmiendo sobre uno de los sofás de la sala, se decidió por hacerle compañía al perro, o tal vez sería la bola de pelos quien le haría compañía a él.
—Hazte a un lado —le pidió al gran canino que apenas elevó la cabeza y volvió a dormir—. Aunque no quieras, aquí me voy a sentar.
Se ubicó a un lado del animal y se colocó la portátil sobre el regazo, mientras el programa iniciaba, Snow se rodó y le apoyó el hocico encima de unos de los muslos, en busca del calor que el cuerpo de Samuel podría brindarle.
Por instinto empezó a acariciar el pelaje gris y blanco del perro, brindándole un poco de cariño, compartiendo uno de esos momentos de ternura que secretamente le prodigaba a la mascota, no sabía por qué delante de Rachell no lograba demostrar ese afecto que le tenía a Snow. Tal vez porque cuando estaba con ella se colmaba de celos, al ver como la mujer que amaba se desvivía por alguien más que no fuese él
—No sé qué vamos a hacer Snow… verdaderamente no lo sé —murmuró sin dejar de acariciarlo y el perro gimió bajito, como si estuviese en la misma situación que él—. ¿Estás preparado para un niño? —preguntó mirando al animal a los ojos y sonriéndole—. No te preocupes, igual seguiré queriéndote —le palmeó la cabeza.
En internet tecleó en uno de los principales buscadores de la red lo primero que sus inquietudes le gritaban.
“Síntomas de mujeres embarazadas” aparecieron cerca de 393,000 resultados en 0,24 segundos.
Entró a uno que anunciaba los principales síntomas del embarazo, convirtiéndose en ese momento en una esponja que adsorbía toda la información. Buscó y buscó, visitó incontables sitios web y al parecer todas las mujeres en estado de gestación sufrían los mismos síntomas. Vómitos, desmayos, mareos, extraños antojo, acidez. Nada que no hubiese visto anteriormente en una que otra película.
A las tres de la madrugada, tanto Snow como él estaban al tanto de casi todo lo que se debía saber hasta el sexto mes de embarazo, incluyendo la vida sexual durante ese periodo, también hizo el pedido de algunos libros referentes al tema, nunca se había imaginado en esa situación. Se podría decir que teóricamente había aprendido sobre todo lo que significaba ser el marido de una mujer embarazada, incluyendo todas las sensaciones que Rachell debía sentir.
Pero saber todo eso no menguaba esa sensación que embargaba su pecho. Se sentía preocupado realmente preocupado. Necesitaba desesperadamente que alguien le ayudara, que le aconsejara.
Siendo consciente de que no le había comunicado a nadie que en menos de ochos meses se convertiría en padre, y que en máximo tres, tenía que estar dando el sí frente a un altar. De lo último no tenía dudas, ya había vivido con Rachell el tiempo suficiente como para tener la certeza de que definitivamente quería convertirla en su esposa y que ningún papel, ni ninguna bendición haría cambiar lo que sentía por esa mujer.
Agarró el teléfono inalámbrico que estaba en la mesa de al lado y marcó al número de Thor, pero la llamada se fue directamente al buzón de voz, sabía que su primo siempre apagaba el celular, porque odiaba que lo despertaran. Finalizó la llamada y se alentó a esperar que fuese una hora aceptable para poder sacarse eso que llevaba en el pecho.
—¿Quieres galletas?—le preguntó al perro que fielmente lo acompañaba. Antes de colocar el teléfono sobre la mesa e ir en busca de las galletas para Snow, se encontró marcando al número de su tío. Suponiendo que ya estaría despierto para ir al grupo.
—Buenos días —saludó dejando de abotonarse la camisa, sin poder evitar sentirse algo nervioso, ante la llamada de la casa de Samuel, cuando en Nueva York, apenas eran un poco más de las tres de la madrugada.
—Buenos días, tío —saludó y el corazón se le desbocaba, siendo consciente en ese momento del miedo que lo embargaba.
—¿Pasó algo, Sam? ¿Estás bien? — inquirió con preocupación, mientras observaba a Sophia parada frente a él que también se encontraba nerviosa por la llamada.
—Estoy bien, no pasa nada malo… no es malo lo que me pasa tío. No sé lo que me pasa.
—Sam, me estás preocupando. ¿Dime qué pasa?
—Voy a ser padre y estoy aterrado, tengo miedo tío… estoy muy nervioso. No sé nada, no me sé ni siquiera una puta canción de cuna… —se detuvo ante un sollozo y se sorprendió al verse llorando como un marica.
—Hijo —Reinhard soltó una corta carcajada—. Eso es una excelente noticia, debes estar tranquilo.
—No puedo estar tranquilo, no sé ser padre, no sé qué es lo que debe hacer un padre.
—Sam, no te presiones, sólo debes seguir siendo tú, no te apresures es una experiencia que vivirás poco a poco y a la que te irás acostumbrando. ¿No lo habías planeado?
—Yo no, pero Rachell sí… sí quiero al niño, desde hace mucho quería a un niño, pero ahora que llegó no sé qué hacer.
—Es normal que estés nervioso, y tengas muchas emociones encontradas, pero es completamente normal, tienes nueve meses para acostumbrarte, poco a poco te irás acostumbrando para ese momento en que tengas en tus manos a tu niño. Por las canciones de cunas no te preocupes, yo nunca me aprendí ninguna.
Samuel rió entre lágrimas al recordar que su tío, cuando sus primos y él estaban pequeños, solo les cantaba antes de dormir, canciones de AC/DC y eso les divertía más que cualquier cosa.
—¿Estará bien que arrulle a mi hijo con rock? —preguntó limpiándose las lágrimas, sin embargo aún sentía la garganta inundada.
—Si lo haces con verdadero amor, puedes arrullarlo con metal si lo prefieres. —aseguró sonriendo con dulzura y le hacía señas a su esposa para que se enterara que Rachell estaba embarazada.
Sophia al comprender lo que su esposo intentaba de explicarle a través de mímicas, soltó un grito y empezó a brincar emocionada, porque por primera vez Rachell no le contaba y la había tomado por sorpresa esa noticia.
—¿Qué pasó? —preguntó al escuchar el grito de Sophia al otro lado.
—Es Sophia, está feliz con la noticia. ¿Cuándo te enteraste? —indagó sonriente.
—Ayer por la tarde y no he podido dormir. Son tantas cosas en mi cabeza y pecho, que no me dejan dormir.
—¿Rachell está contigo?
—No, ella está dormida. Temo que piense que no estoy feliz con la noticia.
—¿Estás feliz?
—Nunca en mi vida lo he estado más, es tanta la felicidad que me da miedo, es una inexplicable preocupación que se apoderó de mí desde que supe que iba a ser padre.
—Hijo, esa inexplicable preocupación ya no te abandonara. Eso es lo que se siente ser padre.
—Tío, quiero ser tan buen padre como usted, no quiero ser como…
—Serás el mejor padre de todos —interrumpió Reinhard, antes de que Samuel se martirizara—. De eso estoy seguro. Debes confiar un poco más en ti, tienes tiempo para asimilar todo lo que se viene, no hay nada en la vida para lo que no estemos preparados. Ahora quiero que regreses a la cama e intentes dormir un poco.
—No podré dormir, lo intentaré, pero sé que no lo lograré.
—Supongo que no estás al lado de Rachell, entonces ve con ella, algunas mujeres se vuelven más vulnerables con el embarazo, y no se sentirá bien si despierta y no te encuentra a su lado. Debes tener mucha paciencia, amor y dedicación. Vive cada momento porque será único e irrepetible, aunque tengas más hijos a futuro, cada uno será distinto.
—Gracias, tío.
—No me lo agradezcas, me hace feliz saber que seré abuelo por tercera vez. Pensé que solo me quedaría con Liam y Renato.
—Le ha tocado el turno conmigo… —dejó libre un suspiro y volvía a acariciar a Snow—. Tío voy a casarme.
Reinhard sonrió ampliamente, sintiéndose aún más orgulloso de Samuel.
—Haces lo correcto, no es que casarse haga gran diferencia en lo que sientes por Rachell, pero eso afianzara la relación. ¿Cuándo piensas hacerlo?
—En tres meses, no más.
—¿No quieres que se enteren del embarazo? ¿Pretendes ocultarlo? —miraba a su esposa a los ojos mientras le ajustaba la corbata y le sonreía con esa picardía que le aceleraba los latidos.
—No es por eso, podremos gritar a los cuatro vientos que seremos padres, es por el vestido de novia y porque quiero hacerlo.
—Son decisiones en la que no voy a interferir, pero si te sirve mi opinión, te aseguro que estás en lo correcto.
—Su opinión para mí siempre es la más importante.
—Ahora ve con tu futura esposa. —le pidió, y le agradeció a Sophia con un beso en la frente.
—Gracias tío. Salude a Sophia de mi parte.
—Eso haré.
Ambos finalizaron la llamada al mismo tiempo y Reinhard le regaló un par de besos a su esposa en los labios.
—¿Cómo está? —curioseó calentándose las palmas de las manos con el pecho de su marido.
—Nervioso, es normal. Eso no quiere decir que no esté feliz.
—¡Mami! ¡Mami! —los gritos de una de las gemelas irrumpieron en el lugar y casi automáticamente entraba corriendo Helena a la habitación.
—No sabe lo que le espera —suspiró Sophia algo divertida—. ¿Qué pasa? —inquirió al ver que Hera corría detrás de Helena.
—Hera me quiere quitar la muñeca.
—¿Qué hacen despiertas tan temprano? —inquirió llevándose las manos a la cintura.
—Mami es mi muñeca, tiene el pelo bonito, recuerdas que era la mía —interrumpió Hera, recordando que su madre le había dado la de cabello rosado.
—Qué importa de quién sea, deben compartir, si Helena usa tu muñeca, puedes usar la de ella.
—Te he dicho que mejor será comprar los juguetes iguales, así evitamos estas discusiones entre ambas —intervino Reinhard cargando a Helena.
—Amor, deben aprender a compartir, tienen que jugar juntas. No pueden estar discutiendo por los juegos.
—Pero a mí me gusta más el cabello rosado —refunfuñó la niña de cinco años.
—Hera puedes jugar unos minutos con otra muñeca, tienen docenas… no te encapriches con lo que tiene tu hermana, ven —dijo cargándola—. Vamos a que desayunen, ya después resolveremos el problema.
—Ya no me da tiempo de desayunar… —acotó Reinhard colocando a la niña sobre la cama.
—Beso a papi que se va al trabajo —pidió Sophia a las niñas al tiempo que bajaba a Hera.
Las gemelas corrieron hacia su padre dejándole caer una lluvia de besos en ambas mejillas y Reinhard reía divertido con el corazón hinchado de amor y orgullo.
—Desayunas algo en el grupo, no quiero que dejes de comer —pidió Sophia acariciándole la espalda.
—Te prometo que comeré, apenas llegue —se alejó de sus hijas y le dio un beso en los labios a su esposa.
—Vamos, acompañemos a papi a la salida —les pidió a sus hijas agarrándola por las manos y guiándolas.
Samuel regresó a la habitación escoltado por Snow, estaba a punto de cerrar la puerta y dejarlo fuera cuando la mirada del perro le tocó el corazón.
—Está bien, pasa, pero nada de subirse a la cama.
El gran perro que le llegaba casi a la altura de los muslos, entró y se acostó en la alfombra frente a la cama.
Aún le quedaba alrededor de una hora para levantarse e irse al trabajo y verdaderamente no quería hacerlo, quería pasar todo el día con Rachell y con su hijo. Se abrazó a su mujer que estaba de espaldas a él y con cuidado posó su mano sobre el plano y tibio vientre. Tratando de hacerse a la idea de que justamente en ese lugar se estaba formando la más grande muestra del amor de ambos.
—¿Por qué no has dormido? —lo sorprendió la voz soñolienta de Rachell que se pegaba más a él.
—Claro que he dormido, justo me acabas de despertar.
—No seas mentiroso, no has dormido.
—No puedes asegurarlo —murmuró acercándose y dándole un beso en la mejilla.
—Sí que puedo, no siento tu erección matutina.
—¡Hey! No despierto todos los días con una erección —reprendió divertido y ella rió bajito—. ¿Tienes ganas de vomitar? ¿Te sientes mareada? Si es así no te levantes hasta que se te pase. Espera un minuto y te traigo unas galletas saladas, para la fatiga.
—Sam, Samuel Garnett… me impresionas, sabes más de síntomas de embarazo que yo —se carcajeó fuertemente—. No tengo nada, me siento perfectamente, sólo sé que estoy embarazada porque tengo un retraso y porque el papel de la prueba lo dice.
—Por cierto no me has mostrado ese papel, espero y no estés jugando con mis emociones —acotó Samuel sin atreverse a liberarla de su abrazo.
—Déjame buscarlo, jamás jugaría con nuestros hijos. —se liberó de la mano de Samuel, encendió las luz del velador y fue hasta su cartera, donde buscó los resultados médicos, le entregó la prueba percatándose en ese momento de que Samuel había llorado. No pudo controlar que un nudo se le formara en la garganta.
—Estás embarazadísima, soy un macho realmente fértil —dijo feliz sentado en la cama; Rachell bufó y se sentó a su lado—. Aquí no dice si es niña o niño.
—Eso aún no lo podemos saber, es muy pronto y verdaderamente quiero que sea una sorpresa.
—¿No quieres saber qué tendremos?
—No, quiero que nos sorprenda.
—Entonces dejemos que nos sorprenda —ronroneó y la hizo acostar en la cama.
—¿Realmente estás bien? ¿Estás feliz con la noticia? ¿Si quieres ser el padre de mis hijos?
—No tienes ni que hacer esas preguntas —le aseguró posando medio cuerpo encima del de Rachell y besándole el pecho… No voy a permitir que otro fecunde a mi mujer, claro que quiero ser el padre de tus hijos, de nuestros hijos.
—¿Entonces por qué no has dormido y has estado llorando? Sam no puedes ocultarlo —murmuró mirándolo a los ojos.
—Porque estoy preocupado, pero mi tío dice que es normal. Es que lo que se siente ser padre, no quiero que pienses que no quiero a este bebé —murmuró acariciándole el vientre—. Porque lo deseaba desde hace mucho y lo sabes.
—¿Has llamado a tu tío?
—Necesitaba consejos, y sólo por si tienes dudas, solo he llorado de felicidad, contigo he aprendido a hacerlo, jamás pensé que se puede ser dichoso y llorar al mismo tiempo, que es la misma sensación de sentirse completo.
Rachell lo miró a los ojos, atenta a cada una de las palabras de Samuel, que la hacían sentirse plena, sin previo aviso, le acunó el rostro y los besó, lo hizo con dedicación y arrebato.
—¿Quieres hacerme el amor? —preguntó dejando su aliento sobre los labios de Samuel.
—Yo quiero, claro que quiero —le sonrió en una mezcla de desenfrenada locura e infinita ternura.
—Espero y no me digas que temes hacerle daño al bebé.
—Sé que no le haré daño, ya me he informado sobre eso.
Rachell se carcajeó una vez más y negó con la cabeza, sin querer saber de dónde Samuel había sacado toda esa información, realmente no podía con la curiosidad de su futuro esposo.
—Y después de hacerte el amor, voy a llamar a Vivian y le diré que no voy a trabajar, también le escribiré al Fiscal General. Hoy el mundo puede joderse, yo solo quiero quedarme en esta cama con mi familia —le dio otro beso en los labios y bajó hasta el vientre, dejándole caer una lluvia de besos, mientras ella le respondía con carcajadas ante las cosquillas—. ¿Me das permiso para hacerle el amor a tu mami? —preguntó hablándole al pequeño ser que ya estaba ahí, cambiándoles la vida.
Continuará…

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