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Lo Último

sábado, 8 de marzo de 2014

Quinto adelanto de DMAV: Desiciones!!

—¿Todos en Brasil hacen esas coreografías? ¿Esas danzas Áxe? —Preguntó Rachell con la cabeza sobre el pecho de Samuel y la mirada hacia el frente y una risita tonta por los efectos del alcohol se le escapó.
—No, no todos, pero si muchos… nosotros lo hemos hecho desde que éramos unos adolescentes.
—¿Y por qué decidiste hacerlo? Es decir lo hacen magnifico, pero te gustaba… Cuéntame en qué momento decidiste que querías hacer eso.  —tamborileaba con sus dedos sobre su abdomen y en ese momento ruidosos jadeos de Gina irrumpían en el lugar y Rachell se carcajeó. Samuel la acompañó de buena gana.
—La está matando. —dijo él en medio de la risa que sofocaba en los cabellos de Rachell que asintió en silencio porque la risa no la dejaba hablar—. Cuando teníamos entre trece y catorce años, Diogo,  Thor y yo decidimos seguir a Ian y Thiago el hermano de Diogo que se iban todos los días a la playa y se desesperaban si no los dejaban. —Empezó a contar cómo fue que se interesó por el baile—. Fue por amor que decidimos aprender.
—¿Por amor? —preguntó ella desconcertada.
—Sí, lo que Ian, Thiago y un par de amigos de ellos hacían era asomarse por las rendijas de los vestidores que estaban en la playa a ver a las mujeres cambiarse.
—¡Que abusadores! —exclamó Rachell más divertida que sorprendida.
—Apenas ellos se fueron, nosotros los imitamos, queríamos saber qué era lo que hacían y en ese momento, los tres al mismo tiempo, tanto Diogo como Thor y yo nos enamoramos de las tetas más hermosas que hasta el momento habíamos visto. Eran unas tetas perfectas, naturales de un grande que nos provocó inquietas y dolorosas erecciones. —dijo recordando el entusiasmo que los embargó en ese momento—. Esperamos a que la garota saliera con un traje de baño blanco y la seguimos, ella iba directo a la playa, pero en el momento en que la tarima de Axé Moi… te explicó.
—Sí por favor porque sólo sé que desde pequeño ya eras un pervertido.
—¡Hey! Pervertido no, más bien eran inquietudes de la pubertad. —le dijo fingiendo estar dolido y Rachell rodó sobre su lado derecho y le dio un beso justamente en el bíceps derecho.
—Continua… anda Sam, sólo trataba de molestarte. —le dijo juguetona mordisqueándole el brazo.
—Está bien… Axé Moi es uno de los tantos grupos que se encargan de animar en las playas, más que todo para época de carnavales y montan unas tarimas donde lo animan hombres y mujeres con danzas Axé.
—Entiendo, ahora entiendo.
—Bueno la garota se fue directamente hasta las tarimas y nosotros la vimos enloquecer con los hombres que bailaban, en ese momento nos dimos cuenta de que contaban con un público femenino bastante numeroso y que todas ansiaban a esos hombres. Fue en ese momento en que Diogo quiso aprender a bailar como ellos.
La carcajada de Rachell lo interrumpió y él una vez más reía con todas sus ganas  al recordar las estupideces que se hacían de niño.
—Esa misma tarde buscamos la manera de empezar a practicar, buscamos algunos vídeos y música; y en el jardín de mi casa empezamos, no nos costó tanto, bueno ya yo estaba acostumbrado a la capoeira y mi cuerpo era más flexible.
—No me queda duda de eso. ¿Desde cuándo practicas capoeira?
—Desde que tengo uso de razón… — SPOILER (NO COLOCARÉ LO QUE VIENE AQUÍ) así que continuó con su explicación de cómo había aprendido las coreografías—: Ya con una coreografía casi perfecta montada y con la ilusiones de que  mujeres con buenas tetas se fijaran en nosotros nos fuimos a la playa y montamos el espectáculo.
—Fracasaron. —aseguró Rachell interrumpiéndolo.
—No… no señorita estás muy equivocada. Todo fue un éxito, las mujeres nos hicieron rueda, se emocionaron con nosotros. Claro ni de mierda provocamos excitación, sólo ternura, ya de eso nos dimos cuenta muy tarde; por lo que en ese entonces no dejamos de practicar y de bailar, ya después de varios años obteníamos lo que queríamos, fueron muchos años de entrenamiento y decepciones, porque sólo nos pagaban con besos en las mejillas, pero con veinte la cosa era completamente distinta, recibíamos el mérito por nuestros esfuerzos. Puedo decir que el noventa por ciento de las mujeres con las que he tenido relaciones han sido gracias al Áxe.
—Gracias a Dios no formo parte de ese noventa por ciento. —dijo Rachell con simpleza.
Samuel silbó mostrando incredulidad y descaro. —Disculpa que difiera de eso.
—No, no fue así. —alegó ella incorporándose y volviéndose en el sofá poniéndose de Rodillas en medio de las piernas de Samuel y lo miraba a los ojos.
—Claro que fue así, accediste a besarme y a acostarte conmigo después de que me vieras bailar en la fiesta de Diogo… si quieres puedo ser más específico, bien sabes que esa noche nos vimos a través del cristal. Así que no mientas. —le dijo divertido y completamente seguro de lo que decía.

 
—¡No miento! En realidad decidí que te cogería en el momento en que conocí a la mágnum 500—su mirada lasciva bajó lentamente por el pecho y abdomen de Samuel hasta posarse en su entrepierna por varios segundos, logrando que él se removiera inquieto y entonces regresó su vista a los ojos—. Cuando te vi desnudo en el departamento. —le hizo saber completamente satisfecha de ganarle una a Samuel. 
Él abrió y cerró la boca, sintiéndose vejado y aturdido, contrariado y fascinado. Sabía que la había descontrolado ese día pero no al punto de que ella tomara una decisión tan importante, no Rachell Winstead, ella no haría eso y ahora lo sorprendía.
—En realidad me fui directamente al departamento a masturbarme, ¡ya listo lo dije! —se llevó las manos a la cara y se la cubrió por unos segundos fingiendo vergüenza.
—¡Me usaste! Ni yo, ¡ni yo! —intentó tomarla por un brazo pero Rachell brincó fuera del sofá y salió corriendo.
—¡No! Sólo he sido sincera y dejarte claro que ese bailecito no fue un detonante para mí, no a la primera. —divertida trataba de mantenerse a salvo de Samuel, pero no por mucho tiempo porque él empezó a perseguirla.
Rachell corrió por toda la casa para ponerse a salvo mientras reía y Samuel la seguía dejándole la ventaja necesaria. Uno detrás del otro como si fueran unos niños, divirtiéndose y enamorándose un poco más.
Bordeaban la piscina y Rachell encontró la manera de deshacerse de él; así que inesperadamente se paró en seco y cuando Samuel estuvo lo suficientemente cerca lo empujó, sólo que ella había olvidado que él unas horas antes le había demostrado los excelentes reflejos con los que contaba y antes de caer al agua le dio tiempo de agarrarla por un brazos y llevársela con él.
El grito de ella se dejó escuchar en gran parte de la mansión y ante el chapuzón que se dieron ambos tragaron agua. Samuel aún aturdido en medio del remolino de agua agarró a Rachell por la cintura y la ayudó a salir a la superficie. Gracias al cielo la piscina estaba climatizada y se encontraba tibia.
Los dos empezaron a toser tratando de que el agua abandonara los pulmones y que el calambre que les recorría el cerebro se les pasara, ya que también se les había metido líquido por la nariz.
—¡Estúpido! —acusó Rachell manoteando el agua para mojarle el rostro a Samuel.
—¡Ridícula! —rebatió él divertido y la imitó al lanzarle agua a la cara.
—Casi haces que me ahogue. —decía con la garganta ardida por la cantidad de agua que había tragado.
—Fuiste tú la que intentó asesinarme. —se carcajeó sin poder evitarlo. Exageraba y le encentaba hacerlo con Rachell.
Ella también empezó a reír y apoyó sus manos sobre los hombros de Samuel para mantenerse a flote y se miraba en los ojos de él y se veía feliz, en las pupilas de Samuel se reflejaba realmente feliz y eso era lo más bonito que había visto de ella hasta, lo más bonito en toda su vida.
La sonrisa de Samuel empezó a desparecer ante la fuerza del sentimiento que lo azotaba, era un momento perfecto, un momento único ante la belleza de la mujer entre sus brazos, esa mujer que al igual que él dejaba de reír poco a poco.
Rachell agarró la cabeza de Samuel entre sus manos y acercó su boca, decidida a besarlo con devoción, con entrega, un beso desesperado; pero él se alejó desconcertándola y ella se quedó mirándolo sin poder ocultar su incomprensión. Y entonces el aprovechó y se acercó. Empezó a acariciarle los labios con los de él y ella una vez más buscaba la manera de hacer el momento más invasivo.
—Lento… lento. —le murmuró Samuel deslizando sus labios por los de ella—. Lento… suave Rachell. —suplicó alargando el momento en que sus bocas se descontrolaran, le gustaba sentir esa maravillosa sensación, sentir como los latidos de los labios de ella se acoplaban a los latidos de los labios de él.
—Sam… —musitó ella dejándole el control a él.
—Repítelo, repite mi nombre… —le besó con lentitud una de las comisuras y ella suspiraba ante el toque—. Me gusta como se escucha en tu voz.
—Sam… Samuel Garnett, me gustas… me gustas tanto. —confesó en medio de los besos que él le depositaba en la comisura de los labios.
—¿Cuánto? ¿Con cuánta intensidad  te gusto Rachell? —preguntó alejándose lo suficiente para mirarla a los ojos. 
Las pupilas de ella bailaron con las de él por varios segundos.
—Lo suficiente como para estar aquí contigo… lo suficiente, Sam. —contestó aferrándose con las manos al cuello de él y pudo ver en los ojos miel que no era la respuesta que él esperaba, pero era la que ella tenía de momento.
Samuel volvió a buscar los labios de Rachell y entonces le dio el beso que ella esperaba, le daría todo lo que quisiera aunque ella no quería darle lo que él quería, lo que necesitaba. Nunca había sentido la necesidad de escuchar esa frase, nunca le había dado importancia, no le hallaba ningún sentido, pero ahora su corazón ardía por escucharla.
Sus bocas se unieron en un beso torrencial y lento, muy lento. Sus lenguas se abrazaban y danzaban ansiosas la una de la otra, Mientras las manos de Samuel empezaron a subir el vestido de Rachell y ella se dejó desnudar como tantas veces, como siempre anhelaba que las manos de Samuel lo hicieran y entonces ella también lo desnudó, lo hizo con su ayuda.
Completamente desnudos Samuel la abrazó y ella rodeó con sus brazos el cuello de él que empezó a regalarle una lluvia de besos que le recorría del hombro izquierdo, se paseaba por la clavícula y la hacía gemir bajito cada vez que depositaba besos en los puntos exactos de su cuello, esos que él había memorizado. 
—He tenido tantas oportunidades Rachell… tantas, pero ninguna se compara contigo. —murmuraba con cada beso y con su lengua se robaba de la piel femenina las gotas de agua—. Te confieso que muchas veces tengo miedo…
—¿Por qué? ¿De qué? —preguntó ella  entrelazando sus dedos en el cabello mojado de Samuel.
—De que no te gusten mis cambios… que ciertas actitudes en mí terminen por asustarte. 
—¡No! —le aseguró y buscó los labios de él y los besó—. Eso no sucederá, no cambiaras, yo no cambiaré, no lo haré.
—No lo hagas, por favor… no quiero que una vez más lo que creo bueno termine siendo malo y una vez más gane la injusticia.
—Eso no pasará. —le dio un nuevo beso, uno más intenso.
Samuel se entregó al beso, a las caricias y a la excitación, su cuerpo empezó a calentarse al punto de que sólo podría bajar la temperatura con la gloria entre las piernas de Rachell. Le tomó los muslos y se lo llevó a su cintura.
Rachell encarceló con sus piernas a Samuel, sin dejar de besarlo, ni de acariciarlo. Sus manos viajaban por el rostro de él o lo despeinaba con sus dedos aventureros, no había nada más placentero que sentir la piel caliente de él vibrar ante sus caricias. 
Samuel dejaba sus huellas marcadas en la espalda de Rachell, se aferraba con ganas, las acariciaba con ímpetu, apretaba cada centímetro de piel, escalaba las costillas y las recorría con sus dedos, mientras sus labios viajaban por el rostro de ella, cada poro de su rostro era mimado por sus besos, se bebía las gotas de agua que se le había quedado en las pestañas. Con la punta de la lengua recorrió el tabique de abajo hacia arriba y terminó depositándole besos en los parpados cerrados arrancándole gemidos de placer.
En medio de besos y ardientes caricias. Samuel la llevó hasta las escaleras romanas en forma de óvalo de la piscina.
El dejó de besarla de golpe y se alejó con el rostro enrojecido—¡Mierda! —vociferó adolorido.
—¿Qué pasó? —preguntó ella desconcertada.
—Me he jodido uno de los dedos del pie con el escalón. —le hizo saber y ella empezó a carcajearse una vez más.
—Déjame ver… ¿te duele? —preguntó en medio de risas.
—Sí, pero después lo ves porque más adolorida está la magnum 500, si no te la meto en éste instante se me pondrán las pelotas moradas.
—Exagerado, no me digas que no puedes esperar un poco más. —le reclamó con diversión y el palmeó el pecho.
—No, no puedo esperar, el deseo que siento por ti no razona, no conoce de tiempo. —le dijo y la sentó en uno de los escalones y él se arrodilló en un escalón más abajo.
—Entonces no lo pierdas. —Rachell prácticamente le reprochó la demora y lo jaló por los hombros hacia ella.
—Me has salido ansiosa. —le dijo mordisqueándole el labio inferior y con la caricia de su glande en los labios vaginales le anunciaba que la inminente penetración estaba a segundos, a un respiro, a un soplo de aliento.
—Eres de uno de esos vicios que crean adicción, de esos que cuando no logras saciarlos a tiempo sientes que puedes morir. —le dijo ella elevando las caderas y empujándose contra él—. ¿Quieres que muera? —preguntó en medio de un puchero al ver que él estaba alargando el momento.
Samuel negó con la cabeza y le chupó los labios. —No, quiero tenerte a punto de morir para regresarte a la vida, para ser yo quien te devuelva el aliento.
—Sam, estoy muriendo… ahora, en éste maldito instante. —chilló balanceando su pelvis para provocarlo.
—Me has convencido… —le llevó las manos a las nalgas y la encajó en él de un golpe, en seco, sin piedad, arrancándole a ella un largo jadeo que se acoplaba al estremecimiento de su cuerpo.
 Rachell lo apretó con sus piernas, se apoyó con sus manos en el escalón y elevó su torso haciendo un puente con su cuerpo y se movió de arriba hacia abajo y Samuel no le permitía que bajara le sostenía el culo para mantenerla así a esa altura y él jadeaba roncamente ante el placer.
El ritual sexual creaba olas dentro de la piscina, el sonido de los cuerpo al chocarse era amortiguado por el agua y aunque Samuel tenías las rodillas adoloridas, eso no era suficiente como para que dejara de lado el goce que le provocaba disfrutar del sexo de Rachell. 

(Disculpen los errores, como siempre aún está sin editar)

 
Gracias Lily♥

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